Bruselas ha optado por no interferir en la reunión que Donald Trump y Vladímir Putin quieren celebrar en Budapest en las próximas semanas. “Vivimos en el mundo real”, ha dicho el portavoz comunitario Olof Gill, en una rueda de prensa donde ha asegurado que la Comisión Europea acogerá favorablemente “toda iniciativa que contribuya a una paz justa y duradera para Ucrania”. El encuentro, aun en preparación, tendría lugar en el corazón de la Unión Europea y bajo el amparo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, el principal aliado de Moscú dentro del bloque comunitario. A pesar de la orden de detención del Tribunal Penal Internacional (TPI) contra Putin, la portavoz de Exteriores de la Comisión, Anitta Hipper, ha recordado que “no hay una prohibición formal de entrada” para el presidente ruso ni para su ministro Serguéi Lavrov. Según Bruselas, la decisión de autorizar o no el aterrizaje de un avión ruso corresponde a cada estado miembro.

Orbán, pieza clave y beneficiado interno

Desde Budapest, el gobierno húngaro ya ha garantizado la “seguridad y éxito” del posible viaje de Putin, pese a las advertencias del TPI. La jugada refuerza el liderazgo internacional de Orbán en un momento delicado, cuando el opositor Péter Magyar lo supera en las encuestas de cara a las elecciones de 2026. Una foto como anfitrión de una cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia —las dos principales potencias nucleares— podría ofrecerle un valioso rédito político interno. Fuentes rusas han explicado que la iniciativa de la conversación telefónica entre Putin y Orbán ha sido del primer ministro húngaro y que ambos han coincidido en “facilitar la vía diplomática” abierta por Trump. El Kremlin, sin embargo, insiste en que “aún son necesarias varias etapas” antes de confirmar el encuentro. Los ministros de Exteriores, Serguéi Lavrov y Marco Rubio, deberían mantener contactos previos para definir el formato.

Trump gira hacia la vía diplomática

El cambio de tono de Bruselas llega al día siguiente de la reunión entre Trump y Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, marcada por la prudencia del presidente norteamericano. Después de su llamada con Putin, Trump ha enfriado la posibilidad de suministrar misiles Tomahawk a Kiev y ha instado al líder ucraniano a buscar un acuerdo con Rusia para “poner fin a la matanza”. “El presidente Trump no ha dicho que no, pero tampoco ha dicho que sí”, ha admitido Zelenski, que ha advertido que sin armamento de largo alcance “será muy difícil forzar a Putin a negociar”. Sin embargo, Trump confía en que su reunión con el líder ruso en Budapest pueda abrir “una nueva etapa de paz”, tras el pacto alcanzado en Gaza. Con esta apuesta por la diplomacia, Trump refuerza su imagen de mediador global y a la vez reduce la presión sobre Washington para continuar enviando armamento a Ucrania.