La expresidenta del Tribunal Supremo de Nepal, Sushila Karki, ha sido designada como primera ministra interina del país, convirtiéndose en la primera mujer a ocupar este cargo. Su llegada al poder ha sido posible gracias al apoyo del movimiento juvenil conocido como "Generación Z", que forzó la caída del anterior Ejecutivo en menos de 24 horas.
Con 73 años, Karki asume el liderazgo de un país inmerso en una crisis política profunda y con una ciudadanía cada vez más crítica con la clase dirigente. A pesar de no formar parte del Parlamento —condición habitual para acceder al cargo según la Constitución nepalesa—, la excepcionalidad de la situación, la presión social y un amplio consenso político han permitido desbloquear su nombramiento.
Nacida en el distrito oriental de Morang, Karki tiene una larga trayectoria vinculada al mundo del derecho y la justicia. Se formó en Derecho a la Universidad Hindú de Benarés (Varanasi, India), donde también estableció sus primeros contactos con el Partido del Congreso Nepalés, de tendencia socialdemócrata. De retorno a Nepal, ejerció como abogada y, posteriormente, fue designada jueza ad hoc del Tribunal Supremo el año 2009, para acceder de manera permanente al cargo un año después. En el 2016, hizo historia al ser la primera mujer a presidir el máximo órgano judicial del país.
¿Gestión polémica?
Durante su presidencia, Karki se hizo notar por sentencias de alto impacto político y social. Condenó por corrupción a un ministro en ejercicio y emitió una decisión clave que reconocía a las mujeres nepalesas el derecho de transmitir la nacionalidad a sus hijos, un derecho hasta entonces exclusivo de los hombres. Estas actuaciones la convirtieron en una figura simbólica para sectores de la sociedad civil que reclamaban una justicia más equitativa e independiente.
Sin embargo, su gestión también estuvo rodeada de polémica. En el 2017, una moción de censura promovida por su propio partido y por los comunistas maoístas intentó destituirla por una supuesta injerencia en asuntos del Ejecutivo. Finalmente, el proceso se archivó poco antes de su jubilación.
Ahora, Karki devuelve a la escena política en un momento convulso. La reciente ola de protestas encabezadas por la Generación Z —un movimiento juvenil descentralizado, organizado a través de redes sociales y sin liderazgos visibles— ha evidenciado el descontento masivo con la vieja política. La violencia de los últimos días ha dejado más de 50 muertos y un millar de heridos, según fuentes locales.
El simbolismo que representa Karki
El simbolismo que representa Sushila Karki, una figura percibida como independiente y justa, ha sido clave para que varias fuerzas sociales y políticas vieran la opción más viable para encabezar una transición. A pesar de su edad, encarna, paradójicamente, la esperanza de miles de jóvenes que piden un nuevo rumbo para Nepal.
Con este nombramiento, el país inicia una etapa de incertidumbre pero también de expectativa: Karki tiene ahora la responsabilidad de impulsar reformas, restaurar la confianza ciudadana y, sobre todo, garantizar que la voz de la calle se traduzca en cambios reales dentro de las instituciones.