Los bombardeos lanzados por Estados Unidos el pasado sábado contra tres instalaciones nucleares en Irán han generado una fuerte polémica dentro y fuera del gobierno norteamericano. A pesar de las afirmaciones del presidente Donald Trump y de su equipo, según las cuales la operación "habría destruido completamente" el programa nuclear iraní, las primeras evaluaciones de inteligencia apuntan en una dirección bastante diferente: el impacto real de los ataques habría sido limitado y solo habría conseguido retrasar el programa unos cuantos meses.
Según informaciones avanzadas por la CNN, siete fuentes con acceso a informes preliminares elaborados por la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), en coordinación con el Mando Central de EE.UU., indican que las reservas de uranio enriquecido de Irán no fueron destruidas y que la mayor parte de los centrifugadores continúan intactas. Además, algunas fuentes apuntan que el material nuclear habría sido trasladado antes de los ataques.
Los aviones B-2 de EE.UU. lanzaron más de una docena de bombas antibunker de 13,6 toneladas sobre instalaciones como Fordow, Natanz e Isfahán. A pesar de la potencia de la operación, los daños se concentraron sobre todo en infraestructuras en la superficie, como sistemas eléctricos y áreas de procesamiento, pero no en los componentes clave soterrados del programa nuclear.
Estos datos contradicen el relato optimista del presidente Trump, que asegura que "los objetivos quedaron destruidos" y que "el lugar está bajo los escombros". El secretario de Defensa, Pete Hegseth, también ha afirmado que la capacidad del Irán para fabricar armas nucleares ha sido "borrada". Sin embargo, el presidente del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, ha sido más prudente, afirmando que todavía es demasiado pronto para evaluar con precisión el alcance real de los daños.
La Casa Blanca denuncia una "filtración ilegal"
La Casa Blanca ha reaccionado con contundencia ante la filtración de estas evaluaciones clasificadas. La portavoz Karoline Leavitt ha denunciado que se trata de una "filtración ilegal" destinada a "desacreditar al presidente Trump y los pilotos que llevaron a cabo una misión impecable". El enviado especial de Trump para el Oriente Próximo, Steve Witkoff, ha ido todavía más allá y ha tildado a los autores de la filtración de "traidores", reclamando una investigación a fondo para determinar las responsabilidades.
Mientras tanto, algunas fuentes de los servicios de inteligencia han dejado entrever que Irán podría conservar instalaciones nucleares secretas que no habrían sido objeto de los ataques y que continuarían operativas, un detalle que hace pensar que el programa iraní podría no haber quedado tan "enterrado bajo una montaña de escombros" como algunos quieren hacer creer.
Con el análisis de los daños todavía en curso y la comunidad de inteligencia dividida, lo que parece claro es que, más allá de las declaraciones triunfalistas, la complejidad técnica y política del programa nuclear iraní sigue siendo un reto mayúsculo. Y, como acostumbra a pasar, los titulares pueden llegar antes que los hechos comprobables.