El Pentágono ha dado luz verde al gran anhelo de Volodímir Zelenski en el marco de la guerra de Ucrania: el envío de misiles Tomahawk de largo alcance para combatir a Rusia. El Departamento de Guerra de Estados Unidos ha visto con buenos ojos la medida tras concluir que no afectaría negativamente a las reservas de arsenal estadounidenses y ha dejado la pelota sobre el tejado de Donald Trump. Según la CNN, el presidente tendrá la última palabra sobre un aspecto que sería determinante para Kyiv a la hora de frenar la invasión de Moscú iniciada en febrero de 2022, dada la distancia que pueden recorrer estos proyectiles.
El Pentágono trasladó su evaluación a la Casa Blanca a principios de octubre, según ha informado la cadena de televisión estadounidense, justo antes de que Trump se reuniera con Zelenski en Washington. Durante ese almuerzo de trabajo, el presidente republicano expresó su reticencia a proporcionar misiles a Kyiv: “No queremos regalar cosas que necesitamos para proteger nuestro país”. Unos días antes de estas palabras, que supusieron un duro golpe para Zelenski, Trump había asegurado que Estados Unidos disponía de “muchos misiles Tomahawk” que podrían enviarse a Ucrania. Cabe decir que entre estas dos declaraciones se produjo una conversación telefónica entre Trump y Putin, enemigo de Zelenski y contrario al envío de proyectiles estadounidenses.
Durante las últimas semanas, el posible envío de los misiles a Ucrania ha sido recibido con optimismo por los principales aliados europeos de Estados Unidos, que interpretan que Washington no tiene argumentos sólidos para seguir posponiendo la operación. Según explicaron dos fuentes diplomáticas europeas a la CNN, la ausencia de impedimentos técnicos o logísticos refuerza la presión para que Trump tome una decisión definitiva en este sentido.
Los misiles Tomahawk, desarrollados en Estados Unidos, se han convertido en una de las demandas más insistentes de Kyiv para reforzar su capacidad ofensiva en profundidad dentro del territorio ruso. El arma, conocida técnicamente como BGM-109, puede ser lanzada desde barcos, submarinos o plataformas terrestres, y es capaz de alcanzar objetivos a más de 2.500 kilómetros, una distancia que supera con creces la de los sistemas que Ucrania ha recibido hasta ahora. A diferencia de los Storm Shadow británicos —con un alcance de unos 250 kilómetros— o de los ATACMS estadounidenses —de unos 300—, los Tomahawk vuelan a baja altitud y a velocidad subsónica, una combinación que dificulta su detección por radar y los hace especialmente efectivos en operaciones estratégicas.
Oposición frontal de Moscú
Moscú ha advertido en diversas ocasiones que el envío de los misiles Tomahawk sería percibido como una acción hostil. Según declaradó Serguéi Narishkin, jefe del Servicio de Espionaje Exterior, el movimiento “incrementaría notablemente los riesgos para la seguridad, no solo en Europa, sino a escala global”. El temor del Kremlin no es casual, puesto que el Pentágono destaca en su documentación técnica que el Tomahawk puede ser equipado con carga convencional o nuclear, y que su versión terrestre incluye variantes con ojivas de más de 450 kilos y centenares de submuniciones. Raytheon, la empresa fabricante, subraya que su versión más avanzada —el Block IV Tactical Tomahawk— es capaz de cambiar de trayectoria durante el vuelo, mantenerse en suspensión durante horas y adaptar su objetivo en tiempo real.
Dificultades operativas
Una de las incógnitas que sigue abierta es cómo podría Ucrania disparar los misiles Tomahawk en caso de que Estados Unidos decidiera finalmente suministrarlos. Estos proyectiles, habitualmente lanzados desde barcos o submarinos, presentan un reto operativo para el ejército ucraniano, ya que su armada ha quedado prácticamente desmantelada. La opción más probable sería el lanzamiento desde plataformas terrestres. En este sentido, los Marines estadounidenses han desarrollado lanzadores terrestres que podrían ser entregados a Kyiv. Sin embargo, incluso en caso de que Washington se negara a facilitar estos lanzadores, fuentes europeas confían en que los ingenieros ucranianos podrían encontrar una solución alternativa, como ya hicieron con los Storm Shadow, diseñados inicialmente para aviones de combate modernos de la OTAN pero adaptados para operar con la flota soviética envejecida de Ucrania. En una reciente publicación en la red social X, Zelenski reiteró que su país espera ampliar las capacidades de ataque de largo alcance antes de finales de año, como paso necesario para conseguir que el conflicto acabe “en condiciones justas” para Ucrania.
Global sanctions and our pinpoint precision are practically syncing up to end this war on terms fair for Ukraine. All deep-strike goals must be fully locked in by year’s end, including expansion of our long-range footprint. I thank Ukrainian Defense Forces for their accuracy. pic.twitter.com/BE6nXEKdlt
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) October 27, 2025