La extrema derecha y los socialistas franceses se han propuesto como alternativas de gobierno delante la más que previsible caída este lunes del actual primer ministro, el centrista François Bayrou, que ha convocado una moción de confianza para buscar el apoyo de los partidos políticos en su plan de presupuestos para el año 2026 que incluye recortes de cerca de 44.000 millones de euros y la eliminación de dos días festivos, entre otras medidas, y que todo indica que no superará. En este contexto, los partidos de la oposición se preparan para lo que pueda decidir Emmanuel Macron una vez se caiga el gobierno Bayrou: o bien nombrar a un nuevo primer ministro, el tercero en un año, que tendrá que seguir negociando con la fragmentada Asamblea Nacional para llevar a cabo cualquier política, o bien optar por la disolución de la cámara baja y convocar unas nuevas elecciones anticipadas, que el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, ya ha pedido que sean "ultrarrápidas". Por su parte, el primer ministro ha vuelto a repetir este domingo que los partidos que lo tumbarán, toda la oposición, son unos irresponsables y que "no solamente no están de acuerdo en nada, sino que mucho peor que eso, están en guerra civil abierta los unos con los otros".

Los socialistas se ven en Matignon

El primer secretario del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, se ve perfectamente sustituyendo en Bayrou si el presidente, Emmanuel Macron, que es quien tiene competencia para hacerlo, lo nombra para formar gobierno, todavía que con una configuración difusa y, como él mismo ha reconocido, con la condición que no tendría una mayoría parlamentaria, sino que lo tendría que negociar texto a texto. "Para mí, como para los otros [socialistas] será un sí", ha respondido Olivier Faure a una entrevista en el canal France 3 sobre si aceptaría el cargo de primer ministro, aunque no ha precisado con qué fuerzas políticas establecería alianzas, más allá de puntualizar que su gabinete sería solo de izquierdas, y afirmar que ve posible una cohabitación entre un gobierno de izquierdas y un presidente de la república de centro. El problema es que la principal formación de izquierdas por su representación en la Asamblea Nacional, La Francia Insumisa (LFI), ya ha dejado muy claro que no participará en un escenario así y su líder, Jean-Luc Mélenchon, que reclama que sea Macron, quien responsabiliza de la crisis actual, el qué se vaya de su cargo, y ha presentado una moción de destitución, que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante.

Olivier Faure, que esta semana ha reconocido que no se habla desde hace muchos meses con Mélenchon, quién el sábado dedicó una buena parte de un discurso en Lila a lanzar dardos nada amistosos al líder socialista, quiere pensar que, a pesar de estas tensiones, los diputados de LFI no votarán contra medidas del programa del PS que comparten. "¿Cree que LFI podría votar en contra de un gobierno que impulsara la actividad económica y, por lo tanto, aplicara una política keynesiana?", se ha preguntado sugiriendo una respuesta negativa en la entrevista de este domingo. El hecho es que, sin los 71 diputados de LFI, el resto de la izquierda apenas representa 120 escaños en una Asamblea Nacional que tiene 577, lo cual hace que los votos de los de Mélenchon sean absolutamente necesarios en este contexto, ya que acercan la suma de izquierdas a una mayoría absoluta para la cual todavía faltarán un centenar de diputados para conseguir aprobar las medidas legislativas del gobierno.

Los Republicanos estarían en la oposición

La hipótesis de un posible gabinete liderado por los socialistas ha dado lugar en los últimos días a un debate en el partido conservador de los Republicanos (LR) sobre su posición hacia un gobierno de izquierdas: o bien tumbarlo ya de entrada, o bien esperar a ver la dirección que toma el gobierno antes de apoyar o impulsar una moción de censura en contra suya. Quién es todavía ministro del Interior, y líder de la formación conservadora, Bruno Retailleau, ha rechazado la idea de que un socialista pueda liderar el gobierno de Francia y ha dicho que hará todo el posible para evitarlo, mientras que el portavoz del grupo parlamentario a la Asamblea Nacional, Laurent Wauquiez, ha precisado que, aunque no votaría a favor de la investidura de Faure, en nombre de la estabilidad, tampoco apostaría por una censura automática de su gobierno. Por su parte, el secretario general de LR, Othman Nasrou, ha dejado claro este sábado que "si la izquierda está en Matignon, la derecha estará a la oposición".

Marine Le Pen pide elecciones anticipadas

La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, cree que si Macron opta por nombrar a un nuevo primer ministro después de la caída de Bayrou, sería solo para "ganar tiempo" y no para abordar los problemas del país y, en este caso, sus diputados harían de "abogados de los franceses" y, si no se les tiene en cuenta, llevarían al siguiente gobierno a la censura. Desde su feudo electoral de Hénin-Beaumont, al departamento del Paso de Calais, Marine Le Pen ha vuelto a pedir la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas porque "Francia está en asfixia democrática", una situación por|para la cual ha responsabilizado a Macron y "a los partidos del sistema", ya que "lo que necesita nuestro país es una alternancia pragmática". Le Pen, que en caso de convocatoria anticipada de las legislativas no podría presentarse a renovar el mandato de diputada por una reciente condena por malversación para financiar su partido, ha señalado que está "dispuesta a sacrificar todos los mandatos de la tierra" por "los intereses de los franceses" y ha asegurado que su partido y sus aliados están dispuestos para "asumir la responsabilidad" de formar al ejecutivo que saldría de las urnas y que tendría como primer ministro a su delfín, Jordan Bardella.