El primer ministro francés, François Bayrou, ha cerrado la puerta este domingo a las principales propuestas de la oposición socialista y de ultraderecha, partidos que podrían ser claves para la continuidad de su gobierno, y vierte definitivamente al ejecutivo a la derrota en la moción de confianza que él mismo anunciaba esta semana para buscar el apoyo de los partidos políticos a su proyecto de presupuestos para el 2026 que incluye recortes de hasta 44.000 millones de euros en gasto social y la supresión de dos días festivos, quizás el punto más polémico del paquete y que Bayrou se ha abierto a estudiar. En una entrevista transmitida este domingo simultáneamente por cuatro canales de información, François Bayrou ha descartado definitivamente el proyecto alternativo a los presupuestos de 2026 presentado por el Partido Socialista (PS), miembro de la coalición electoral Nuevo Frente Popular que incluye ecologistas e insumisos, pero más próximo ideológicamente al gobierno centrista, basado en subir los impuestos a los altos patrimonios y las grandes empresas, y se ha mostrado también contrario al plan de Le Pen para rebajar drásticamente la contribución francesa a la UE. Las dos formaciones, sin embargo, ya habían adelantado que votarían en contra del gobierno el próximo 8 de septiembre.

Rechaza las propuestas de socialistas y ultraderecha

"Tiendo la mano a todo el mundo, pero si estamos de acuerdo sobre el diagnóstico", ha insistido el todavía primer ministro, sobre el consenso político que cree que es necesario que haya sobre la lucha contra el endeudamiento (114% del PIB en Francia) como prioridad número uno para el estado francés. Con la moción de confianza, y la negociación con todos los partidos políticos - excepto ecologistas e insumisos, que han declinado la invitación - que ha programado para esta semana, Bayrou busca un improbable aval a su plan de ahorro para el 2026, valorado en 44.000 millones de euros y que incluye la congelación de ciertas prestaciones y partidas presupuestarias, recortes en programas sociales y, tal vez la medida más controvertida, la supresión de dos días festivos (Lunes de Pascua y el 8 de mayo), mide esta última que el jefe de gobierno ha dicho hoy estar dispuesto a revisar. Sobre la propuesta de los socialistas, ha dicho que "es acelerar los gastos. Estoy convencido de que ellos no han pensado mucho" en lo que han propuesto, ha comentado el mandatario, que se ha opuesto a adoptar la llamada tasa Zucman por la cual abogan los socialistas (un gravamen del 2% a los patrimonios de más 100 millones de euros, con los cuales Francia recaudaría al menos 15.000 millones).

Por otra parte, aunque se ha mostrado favorable a una posible reducción de la contribución anual de Francia a la UE que ha propuesto el Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen, Bayrou no se ha mostrado partidario de la propuesta drástica de la ultraderecha de eliminarla completamente para retener el gasto público. "Es un gran riesgo si no la pagamos (...) Estoy de acuerdo con ella [Le Pen] del hecho de que podemos reducirla, pero decir que no cumplimos con nuestros compromisos [europeos], eso tendrá consecuencias", ha comentado el primer ministro. Bayrou ha seguido advirtiendo sobre el riesgo financiero que puede correr Francia de no aprobar las reformas, y ha recordado que el Reino Unido vivió una crisis similar el año 2022 que forzó la salida de la entonces primera ministra, Liz Truss, y ha alertado de que "puede llegar el momento en que no encuentres prestamistas".

Busca el apoyo de los boomers

El primer ministro ha insistido en pedir el apoyo a su plan de ahorro a la generación de los boomers (nacidos después de la Segunda Guerra Mundial y hasta mediados de década de los 60 del siglo pasado), y cuya jubilación pondrá todavía más presión a las ya tensionadas finanzas del estado francés. "Lo que digo es que esta generación tendría que estar conmigo para reducir la deuda que pagarán los más jóvenes", ha abundado, matizando sus anteriores declaraciones en las cuales señalaba a los boomers por su falta de solidaridad. Si no encuentra los apoyos parlamentarios suficientes, el gobierno Bayrou será destituido y la decisión para el futuro pasará a la mesa del presidente de la república, Emmanuel Macron, que tendrá que escoger entre el nombramiento de un nuevo primer ministro, que se tendrá que afrontar a la Asamblea Nacional más fragmentada en décadas para sacar adelante cualquier medida, o convocar nuevas elecciones legislativas. Esta última opción no resolvería la fragmentación, cree Bayrou, que a la entrevista ha añadido que con los resultados "encontraremos las mismas divisiones, las mismas dificultades".