Tras un año convulso, con la dimisión de Nicola Sturgeon —que había sido la cara visible del independentismo escocés en los últimos años—, su posterior detención y hace una semana la primera derrota del Partido Nacionalista Escocés en las urnas ante el partido Laborista de los últimos tiempos, el movimiento independentista escocés vuelve este fin de semana en la calle con una cadena humana que reseguirá el canal Forth and Clyde para demostrar a Londres que a pesar de las recientes dificultades y la crisis dentro del principal partido, el independentismo sigue bien vivo. En palabras de Judith Reid, una de sus organizadoras que ha atendido a ElNacional.cat, esta cadena humana tiene que servir para demostrar a Westminster, pero también a los partidos independentistas escoceses que el movimiento "no se rendirá" ante las complicaciones: "Sabemos perfectamente que la independencia no es fácil para nadie, pero no nos rendiremos hasta conseguirla", explica la activista, que habla de un acontecimiento único en la historia de Escocia para reclamar un nuevo referéndum de independencia. Antes de dimitir, Sturgeon aseguraba en 2022 que este mes de octubre, concretamente el jueves 19, volvería a haber una consulta para decidir el futuro del país, fuera después de un acuerdo con Londres o convocado de manera unilateral desde el Parlamento escocés. Esta promesa se fue diluyendo, especialmente después del revés de la justicia británica, que dejó bien claro que un referéndum sin la autorización de Westminster está prohibido, y ahora, el sustituto de Sturgeon, Humza Yousaf, asegura que esta nueva consulta será una realidad, pero solo si cuenta con el visto bueno de Londres, hecho que le ha supuesto a las críticas de parte del movimiento.
Una vía a catalana a pequeña escala, a pesar de que de inspiración báltica
Esta cadena humana cubrirá casi 50 kilómetros de la geografía escocesa, desde los municipios de Bowling hasta Camelon, pasando por encima de Glasgow y siguiendo el curso del canal. El objetivo de la organización es que toda esta área quede cubierta de personas cogidas de la mano para demostrar su unidad en un momento convulso. Con todo, Reid insiste en el hecho de que si bien las manifestaciones de los independentistas en Escocia son habituales, esta es la primera vez que organizan un acontecimiento similar: "A ver cómo va el sábado, nos hemos dedicado muy intensamente para que todo esté bien organizado", ha reflexionado, sin poner una cifra de personas, aunque ha querido subrayar que escoceses que viven repartidos por el mundo vuelven este fin de semana en su casa para participar en la cadena humana, procedentes, por ejemplo, de Suecia o de los Estados Unidos. El objetivo, sin embargo, como siempre, es ser "cuantos más, mejor" para enviar un mensaje a los partidos independentistas y también al gobierno del Reino Unido: "Este acontecimiento va dirigido al gobierno de Westminster, que se resiste a que nuestro país se convierta en independiente. Viendo su desprecio al territorio y a nuestra población, uno se podría preguntar por qué no quieren que seamos independientes, pero la respuesta es fácil: Necesitan Escocia, nuestros recursos y nuestros activos," explica indignada Reed.
La inspiración a la hora de organizar este "acontecimiento histórico", tal como lo definen desde la organización, es la Vía Báltica: a finales de agosto de 1989, un millón y medio de personas participaron en una cadena humana de 600 kilómetros, pasando por Estonia, Letonia y Lituania, para reclamar la retirada del ejército soviético de estos países. Según explica Reid, desde la pandemia de la covid el nivel de movilización había disminuido en Escocia (como también ha pasado en Catalunya y por todo el mundo) y buscaban algún acontecimiento que supusiera un cambio y motivara a la gente a volver a salir en la calle en manifestaciones pacíficas. Preguntada por si conocía que en Catalunya, en 2013, una cadena humana atravesó el país del norte en el sur, del Pertús a Vinaròs, Reid ha reconocido que ella personalmente no había oído hablar de ella, pero se ha mostrado entusiasmada por esta movilización que reunió además de a un millón y medio de personas en 400 kilómetros, ocho veces más que el recorrido de la cadena humana de este sábado. "Buscaré más información, ¡me parece fascinante!", ha asegurado, fijándose como objetivo poder hacer una vía como la catalana, hace 10 años, desde las Tierras Altas hasta la frontera con Inglaterra: "Estos son nuestros planes, hemos aprendido muchas cosas organizando la vía y ahora ya sabemos como hacerlo".
"La independencia de Escocia es más vital que nunca"
A pesar de no conocer la existencia de la Vía Catalana de 2012, Reid, en cambio, sí que sigue con atención la actualidad de la política catalana y española, marcada ahora por el papel de los partidos independentistas, a quien Pedro Sánchez necesita para volver a ser investido como presidente del Gobierno. Si tanto ERC como Junts reclaman una amnistía y hacer avances en la autodeterminación de Catalunya al Estado, las peticiones del independentismo escocés no son demasiado diferentes y pasan, sobre todo, por volver a poner las urnas, como ya hicieron en el 2014 bajo el gobierno del conservador David Cameron, dos años antes del Brexit. Reid considera que desde la victoria del "no" en el referéndum del 2014, el panorama político y social ha cambiado de manera radical en Escocia, empezando por la salida de la Unión Europea que se produjo, según ella, "contra nuestra voluntad y nuestros votos", ya que los escoceses apostaron mayoritariamente (62%) por permanecer dentro de la UE, aunque los resultados al conjunto del Reino Unido fueron a favor de la salida. "La independencia es más vital que nunca. Vemos cómo Westminster administra mal el dinero y además, hay inestabilidad política con tres primeros ministros diferentes en un solo año. Ahora mismo Gran Bretaña está muy lejos de ser grande, es el hazmerreír del mundo, y Escocia tiene que luchar por un futuro mejor", defiende con vehemencia a la líder independentista.
Pocas diferencias entre un gobierno conservador y uno laborista
Aunque reconoce que la independencia de su país no será fácil, con un ministro principal, Humza Yousaf, que defiende que el referéndum se tiene que pactar con Londres y con un gobierno central, ahora presidido por Rishi Sunak pero con unas elecciones a la vista el próximo 2024 donde se espera una contundente victoria del Partido Laborista, que no quiere oír ni hablar de una nueva consulta, Reid también cree que es imprescindible para la supervivencia de Escocia y los escoceses. Preguntada por cuál tendría que ser el próximo paso si, a pesar de las movilizaciones, la negativa a un nuevo referéndum se mantiene, Judith Reid evita concreciones porque defiende que esta no es la cuestión: La verdadera pregunta es: '¿A qué tienen miedo? ¿Por qué no nos dejan votar?'". Con un gobierno liderado por el Partido Laborista por primera vez en 14 años al horizonte, tal como auguran todas las encuestas, Reid no cree que un cambio de partido en Downing Street cambie muchas cosas para los independentistas escoceses, ya que los de Keir Starmer no parecen dispuestos a volver a poner las urnas: Si los laboristas ganan y los conservadores pierden, la diferencia será minúscula. Tanto ellos como los liberales son unionistas. Por eso creo que nos tendríamos que centrar en los diputados que puedan conseguir los partidos independentistas escoceses y ayudar al hecho de que haya una mayoría del SNP, Alba (el partido de Alex Salmond, los verdes y el ISP (partido para la Independencia de Escocia".
Con todo, a solo una semana, los independentistas escoceses se llevaron un revés electoral, que si bien no deja de ser en las que se conocen como elecciones parciales en una circunscripción escocesa, ha puesto en alerta al SNP, que en los últimos años ha sido hegemónico. "Es ciertamente preocupante, pero no hay que olvidar que los Laboristas solo tienen dos diputados de los 51 que aporta Escocia", ha concluido Reid, mientras que Starmer hablaba el pasado seis de octubre de un resultado sísmico. Ahora bien, a pesar de esta defensa de los partidos escoceses, también hay reproches acumulados a sus dirigentes por la falta de avances desde el 2014. Por ejemplo, a Nicola Sturgeon, que convocó un referéndum este octubre del 2023 y que se acabó olvidando ante las advertencias de los tribunales, Reid le reprocha que las promesas no sirven de nada, porque las palabras se las lleva el viento: "Menos promesas y más hechos", reclama a l'ex primera ministra, un mensaje que hace extensivo a toda la clase política.