Sustos como el que sufrió este domingo el avión en que viajaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se han convertido en un fenómeno habitual en los últimos tiempos. El jet que transportaba la diplomática de Polonia a Bulgaria se vio obligado a aterrizar utilizando sistemas de navegación tradicionales —mapas físicos— después de unas interferencias que alteraron el sistema de posicionamiento de la aeronave. El incidente se ha atribuido a Rusia, país que, desde que inició su ofensiva sobre Ucrania, ha estado detrás de numerosas operaciones de guerra tecnológica que han tenido especial incidencia sobre los países del este de Europa, los más próximos al conflicto. El Kremlin siempre ha defendido el carácter defensivo de esta práctica, alegando que busca proteger infraestructuras críticas de posibles ataques externos. Sin embargo, esta justificación no solo no convence a la Unión Europea, sino que ha generado cierta preocupación en muchos viajantes que, ante el aumento exponencial de estos incidentes, temen experimentar un ataque de guerra híbrida orquestado por el Kremlin en medio de un vuelo por territorio europeo.

Solo en junio de este año, más de 1.000 interferencias fueron registradas en aviones que sobrevolaban el espacio aéreo de Lituania. El país asegura que ha identificado al menos diez ubicaciones a Kaliningrado —el enclave ruso fronterizo con Polonia y la misma Lituania— desde donde se generan estos ataques. En la misma línea, Finlandia y Estonia, los miembros de la UE con más kilómetros de frontera con Rusia, han acusado al Kremlin de interferir deliberadamente en su espacio aéreo, problema que ha acabado forzando la suspensión de una ruta aérea entre los dos países del bloque por el riesgo a posibles complicaciones en el aterrizaje. En Noruega, las autoridades han optado por prescindir de los GPS, después de que las interferencias hayan provocado numerosos sustos en helicópteros sanitarios. Las interferencias rusas tienen su impacto también en el tráfico marítimo: en el mar Báltico, el uso de estos sistemas electrónicos de navegación ya es cada vez más infrecuente.

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Mapa que destaca los puntos de Europa donde se producen más interferencias de señales GPS. Fuente: InfiniDome Solutions.

La guerra electrónica, herramienta clave de Rusia

En principio, las interferencias sobre los sistemas GPS de los aviones no tendrían que suponer un gran problema para las actuales aeronaves, que disponen de sistemas alternativos para guiarse. Así y todo, el riesgo no es inexistente, dado que toda interferencia reduce inevitablemente la seguridad de la aeronave. Además, últimamente también han aumentado los casos de spoofing o "suplantación de identidad", es decir, dispositivos que transmiten una señal que confunde al receptor —en este caso, el piloto del avión— y lo hace calcular de manera errónea su posición. Según algunos analistas, Rusia utiliza estas técnicas desde 2014 —año en que empezó el conflicto en el Dombás—, en cierta manera, para demostrar en Europa que nadie está fuera de su alcance. Otras voces añaden que el Kremlin a menudo paga a criminales de diferentes países de Europa para cometer estos ataques. Al margen de estos episodios, Rusia utiliza diariamente las interferencias en su cruzada contra Ucrania: las herramientas de guerra electrónica sirven para inhibir drones enemigos, desviar la trayectoria de los misiles o dejar incomunicadas ciertas regiones.

Europa promete mejoras en la detección de interferencias

Los expertos en seguridad aérea advierten que la mejor manera de combatir las interferencias es tener opciones de navegación de reserva. El GPS, gestionado por Estados Unidos, es el sistema de navegación por satélite más conocido y utilizado, gracias a sus datos precisos de ubicación, tiempo y altitud. Interferir en este sistema es posible mediante señales terrestres, y, de hecho, no es muy difícil de hacer: con un transmisor un poco potente se pueden generar radiofrecuencias en un avión suficientes para causar retrasos en el despegue y el aterrizaje. Consciente de todos estos riesgos en la aviación civil, y después del impacto mediático del incidente que ha afectado a la aeronave de Von der Leyen, el comisario europeo de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius, ha instado en una publicación en X a mejorar el sistema europeo de navegación por satélite, denominado Galileo. A ojos del diplomático, este sistema, presentado en 2016 como alternativa al GPS norteamericano, podría contribuir a garantizar una mayor seguridad en el transporte aéreo y marítimo: "Aumentaremos la cantidad de satélites en órbita terrestre baja para conseguir una mayor robustez y mejoraremos la detección de interferencias", ha aseverado. La UE ya sancionó en junio de este año a nuevo ciudadanos rusos vinculados a este tipo de acciones, consideradas sistemáticas, deliberadas y procedentes tanto de Rusia como de Bielorrusia.

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