Una de las primeras promesas que realizó Donald Trump al aterrizar por segunda vez en el Despacho Oval fue la de articular la operación mayor de deportación en la historia de los Estados Unidos. De hecho, la cruzada contra la inmigración fue una de las banderas de su candidatura y, sin duda, influyó notablemente en su reelección. Sin embargo, cada vez parece más evidente que el republicano no está alcanzando los objetivos que se había planteado. Las cifras certifican que, si bien el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas —ICE, por sus siglas en inglés— detiene inmigrantes a un ritmo más rápido, el número de deportaciones se ha reducido significativamente. De hecho, desde febrero de este año la administración Trump ha deportado de media 14.700 migrantes al mes, mientras que en el 2013, durante el mandato de Barack Obama, la cifra se situaba en 36.000 deportados mensuales.

Este fenómeno resume perfectamente la naturaleza política de Trump: aplica medidas represivas con gran performatividad para después encontrarse con extralimitaciones legales y judiciales que paran sus planes —a pesar de haberse esforzado en tener bajo el control a la mayoría de agencias federales del país. Trump prometió al inicio de su mandato que deportaría a 1 millón de personas durante el primer año como presidente, pero, finalmente, su retórica ha quedado vacía de contenido y de resultados. Muchos de los detenidos se encuentran a la espera de decisiones sobre asilo o tienen órdenes judiciales que bloquean la deportación, hecho que ha provocado la impaciencia de una administración que busca agilizar como sea el proceso de expulsión. En este sentido, Trump ha erradicado protecciones de asilo, ha revocado visados y ha forzado a inmigrantes a deportarse ellos mismos sin audiencias judiciales. Pero ni siquiera estas medidas de urgencia han permitido alcanzar los objetivos fijados inicialmente.

Los norteamericanos, insatisfechos con la política migratoria de Trump

Para terminar de complicar sus planes, el apoyo a los objetivos en materia migratoria del actual gobierno de Trump se encuentra en caída libre, y cada vez son más numerosas las encuestas que revelan una creciente insatisfacción de los norteamericanos con la gestión de la inmigración por parte de la administración republicana. Es especialmente revelador el último informe de la prestigiosa institución Gallup international Association, donde se establece que el 62% de la población de EE.UU. no aprueba la actual política migratoria. Estas son las peores cifras de Trump en relación con uno de los pilares de su legislatura: solo un tercio de la población está de acuerdo con cómo ha gestionado la inmigración en el país.

La mayor parte de los insatisfechos centran su descontento en las operaciones llevadas a cabo por el ICE. El 56% de los norteamericanos considera que el ICE "ha ido demasiado lejos" con la aplicación de la ley de inmigración, opinión que mantiene incluso 1 de cada 5 votantes del Partido Republicano. La desaprobación también se ha proyectado sobre algunas de las medidas más chaladas de Trump con relación a su cruzada antiinmigración. "Alligator Alcatraz", el controvertido nuevo centro de detención para migrantes en proceso de deportación a Florida, ha generado un 55% de opiniones negativas. Y con respecto a la deportación en masa de inmigrantes indocumentados a la titánica prisión de El Salvador, el rechazo es todavía mayor: un 61% está en contra. A grandes rasgos, la mayoría de la sociedad norteamericana considera "inaceptable" deportar un inmigrante a un país que no es el suyo; práctica que ha constituido uno de los grandes esfuerzos del gobierno de Trump en los últimos meses —muchos de los deportados a la prisión de Nayib Bukele, por ejemplo, no son salvadoreños, sino venezolanos.

El apoyo a la inmigración crece, a pesar de la retórica de Trump

Cuando Trump volvió a la Casa Blanca, la proporción de norteamericanos que daban apoyo a la deportación de todos los inmigrantes indocumentados era de un 47%. Ahora que el presidente intenta aplicar esta política, el apoyo ha caído hasta el 38%. Paradójicamente, el segundo mandato de Trump ha provocado un aumento en el apoyo a la inmigración, que ahora es vista de manera "positiva" por un 79% de la población de EE.UU., según informa Gallup y recopila la CNN.

Mientras la administración republicana sigue alimentando la retórica deshumanizadora de la inmigración, la insatisfacción popular crece progresivamente, lo que hace plantearse hasta qué punto la agenda migratoria de Trump tiene cabida en el futuro del país. De momento, los constantes tropiezos de sus políticas no hacen otra cosa que revelar el vacío de un discurso que intenta por todos los medios justificar políticas del todo cuestionables.