Las últimas declaraciones del presidente, Vladímir Putin, han vuelto a evidenciar la distancia que separa Moscú y Kyiv sobre cualquier futuro acuerdo de paz. El presidente ruso ha asegurado que el borrador del plan de paz discutido recientemente entre Estados Unidos y Ucrania podría servir de base para nuevas negociaciones, pero solo si Ucrania acepta ceder territorio. A pesar del optimismo expresado por la Casa Blanca, la actitud de Putin sugiere que los puntos centrales del conflicto continúan igual de atrincherados.

Según Putin, Washington y Kyiv habrían compartido con Moscú la versión discutida en Ginebra, y ve algunos aspectos que encajan con la posición rusa. Sin embargo, advierte que todavía hay diferencias esenciales que “requieren sentarse y hablar”. Entre estas, destaca la demanda de que las fuerzas ucranianas abandonen “territorios que ocupan”, una formulación que, en la práctica, implica que Ucrania renuncie a zonas que continúan bajo su control. “Si las tropas ucranianas se marchan, detendremos los combates; si no, alcanzaremos nuestros objetivos militarmente”, insistió.

El mandatario ruso también reiteró su tesis de que el gobierno ucraniano es “ilegítimo”, una posición que utiliza para argumentar que cualquier acuerdo con Zelenski tendría escasa validez legal. Este discurso obstaculiza aún más la posibilidad de un avance diplomático, ya que Moscú condiciona cualquier pacto a una especie de reconocimiento internacional renovado de la legitimidad de Kyiv, una exigencia que Ucrania y sus aliados rechazan de plano.

La diplomacia de Vladímir Putin

En paralelo, Putin confirmó que Steve Witkoff, el enviado especial de EE. UU., viajará a Rusia próximamente. Witkoff ha sido objeto de un intenso escrutinio a raíz de una llamada filtrada donde aconsejaba a un alto cargo del Kremlin sobre cómo abordar las conversaciones con Trump. Pese a la controversia, Putin calificó las acusaciones de parcialidad como “tonterías”.

Los movimientos diplomáticos de Moscú encajan en un patrón ya conocido desde la reelección de Trump en EE. UU.: Rusia proyecta una imagen de voluntad negociadora, pero sin ningún indicio de flexibilidad real. Las exigencias de máximos continúan intactas, y muchas son consideradas en Kyiv como sinónimo de rendición. Entre ellas hay puntos del plan de 28 medidas filtrado recientemente, que plantea que Ucrania ceda voluntariamente territorios que Rusia no ha logrado conquistar militarmente, además de aceptar una reducción o suspensión de la ayuda militar estadounidense y de prohibir toda presencia futura de tropas occidentales en el país.

Analistas como Tatiana Stanovaya consideran que nada hace pensar que Putin sienta la necesidad de ajustar objetivos. Al contrario: aseguran que la sensación de confianza del Kremlin es más fuerte que nunca y que Moscú cree que puede esperar hasta que Kiev asuma que no puede ganar la guerra. Desde la parte ucraniana, el rechazo es rotundo. El jefe de gabinete de Zelenski, Andrí Yermak, ha reiterado que el presidente no firmará ningún acuerdo que implique perder territorio. “Mientras Zelenski sea presidente, nadie debe contar con que cederemos tierras”, declaró a The Atlantic. Este posicionamiento deja claro que, a pesar de los intentos diplomáticos, las posiciones continúan irreconciliables.