Chile celebra este domingo las elecciones presidenciales y parlamentarias más impredecibles de su historia. La implantación del voto obligatorio por primera vez en el país andino y el peso que puede tener el voto migrante hacen que se multiplique la incertidumbre y que, según los expertos, pueda comportar alguna sorpresa. La candidata oficialista y que aglutina casi todo el electorado de izquierdas, Jeannette Jara, lidera las encuestas para ganar la primera vuelta por delante de los candidatos de derecha y ultraderecha que intentarán evitar que haya una continuidad con el gobierno progresista de Gabriel Boric. A la derecha del mapa político, la lucha está entre tres candidatos: José Antonio Kast, calificado de extrema derecha; Evelyn Matthei, que encarna la centroderecha tradicional, y Johannes Kaiser, que con un estilo trumpista se ubica incluso más a la derecha que Kast. Cuatro candidatos más, a priori sin ninguna posibilidad, completan las opciones a la presidencia. Los comicios llegan precedidos del intento fracasado de establecer una nueva Constitución, los avances en derechos sociales en el país con más desigualdad de la OCDE y el aumento de la percepción de inseguridad en las principales ciudades. También están marcados por la polarización política e ideológica y la tendencia hacia la derecha de sus países vecinos.  

El voto obligatorio duplicará la participación

La principal novedad, sin embargo, es que por primera vez el voto no será solo un derecho, sino también un deber ineludible para los 15,6 millones de chilenos llamados a las urnas. Este sistema empuja a votar a quienes no suelen estar interesados y, por tanto, son más volátiles y acostumbran a definir su voto a último momento, con una inclinación mayoritaria hacia la derecha, según el último sondeo del Panel Ciudadano de la Universidad del Desarrollo (UDD). En un país acostumbrado a tener alrededor de un 50% de participación, esto hará que se movilice una masa desmotivada y despolitizada y que se duplique la participación registrada en la primera vuelta de las pasadas presidenciales, en 2021, marcadas por el “estallido social” que acabó propulsando a Boric al palacio presidencial de La Moneda. De hecho, los únicos precedentes de voto obligatorio desde el retorno a la democracia son las últimas municipales, que certificaron un importante avance de la extrema derecha, y los dos referéndums constitucionales celebrados en 2022 y 2023, con dos victorias del “no” que han hecho alargar la Constitución de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989) hasta la actualidad.

El rechazo a la nueva Constitución, propuesta por Boric y votada en septiembre de 2022, ha sido una de las mayores cargas del gobierno progresista, ya que “vinculó parte de su programa y su gestión al plebiscito constitucional y eso le fue en contra”, dice la investigadora del Instituto de Estudios Latinoamericanos GIGA, Carolina Guerrero, en una entrevista al canal DW Español. A pesar de este revés al inicio de la legislatura, Boric ha ido “de menos a más”, según el profesor de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales (UDP), Claudio Fuentes, en palabras al mismo medio citado, y acaba su mandato entre luces y sombras. Luces en cuanto a derechos sociales, como la reforma de las pensiones y los avances en la ley para reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas; y sombras en la reforma tributaria y el aumento de la inseguridad y la violencia relacionada con el narcotráfico.

Gabriel Boric, presidente de Chile desde 2022 / Europa Press

La percepción de inseguridad, un factor que puede decantar la balanza

Precisamente, este aumento de la inseguridad es uno de los temas que han monopolizado la campaña electoral y, aunque Chile tiene índices de criminalidad bastante más bajos y es más seguro que la mayoría de los otros países de la región, casi dos de cada tres chilenos (63%) señalan el crimen y la violencia como los temas que les preocupan más, según una encuesta elaborada por Ipsos. La creciente preocupación sobre esta cuestión ha hecho que todos los candidatos, incluida Jara, coincidan en que es necesario endurecer la lucha contra el crimen organizado. En una entrevista a la BBC, el ingeniero civil y diplomado en políticas públicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Daniel Johnson, afirma que “Chile está extremadamente atemorizado” por diversos factores que se relacionan con el crimen organizado. De hecho, señala los cambios en las tipologías delictivas como factor que se suele relacionar con un mayor nivel de temor, sumado a la narrativa alarmista de algunos medios de comunicación y a la desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones. Boric, que percibió esta carencia del gobierno, creó el Ministerio de Seguridad, “pero aún no ha dado frutos tan claros, porque estas son medidas a largo plazo”, apunta Guerrero.

La percepción de inseguridad es uno de los elementos que puede hacer decantar la balanza en unos comicios de lo más polarizados ideológicamente, y bien que lo sabe la exministra de Trabajo, Jeannette Jara, quien debe convencer al electorado de que la izquierda sí puede controlar la delincuencia y la migración irregular sin caer en un discurso extremista. Jara lidera todas las encuestas, con una media del 28,6 % en intención de voto, lo que no es suficiente para conseguir la Presidencia a la primera vuelta. En la campaña se ha intentado desmarcar tanto de la gestión de Boric —para llegar también a los descontentos con el gobierno—como de su militancia comunista con la voluntad de representar a toda la izquierda y centro-izquierda en la coalición progresista más amplia de la historia —desde los democristianos hasta el Partido Comunista—.

La candidata de la izquierda Jeannette Jara en campaña / EFE

La derecha y la ultraderecha quieren sacar a la izquierda de La Moneda: la sombra alargada de Pinochet

A pesar de ser la favorita de esta primera vuelta, las probabilidades de que Jara gane en la previsible segunda vuelta del 14 de diciembre son escasas, dado que las candidaturas de derecha y ultraderecha suman más de la mitad, según todos los sondeos. Así, la duda reside en cuál de los tres candidatos de la derecha acompañará a la izquierda a la segunda ronda. El favorito vuelve a ser el ultraderechista José Antonio Kast, aunque los últimos sondeos muestran que el líder del Partido Republicano estaría perdiendo apoyos y que podría estar en riesgo su tercer intento por llegar a La Moneda. El causante es el diputado Johannes Kaiser, líder del Partido Nacional Libertario y más radical en sus propuestas y formas, que algunas encuestas lo sitúan empatado con su antiguo aliado Kast, o incluso por encima. Ambos, en cualquier caso, prometen cerrar fronteras, aplicar mano dura contra la migración irregular y la delincuencia y bajar impuestos. Por detrás de ellos, y en cuarta posición en las encuestas, estaría la exalcaldesa de la comuna de Providencia (en la Región Metropolitana de Santiago), Evelyn Matthei, de la derecha tradicional y que fue durante meses la favorita antes de desinflarse hasta el 14%.

Los tres intentarán desbancar a la izquierda del poder y cambiar el signo político al frente de La Moneda durante al menos los próximos cuatro años, en un país donde la sombra de la dictadura de Pinochet todavía es latente. Y es que tres de los ocho candidatos justifican el golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende, en 1973 y, además, dos de ellos son familiares directos de altos cargos del régimen. Se trata de José Antonio Kast y Evelyn Matthei: ambos apoyaron la continuidad del dictador en el referéndum de 1988, cuando tenían 22 y 34 años, respectivamente. Kast es hermano de Miguel Kast, quien fue ministro de Pinochet, presidente del Banco Central y miembro de los Chicago Boys, el grupo de economistas que importó las reformas neoliberales durante el régimen y que todavía tienen un gran peso en el sistema económico y social del país. Y Matthei es la hija de Fernando Matthei, uno de los generales miembros de la Junta Militar golpista, que ejerció también como ministro de Salud en dictadura. Por su parte, Kast es quien defiende con más fervor un régimen que dejó más de 3.200 asesinados y 1.162 desaparecidos.

Acto de final de campaña del candidato ultraderechista, Johannes Kaiser / EFE