La aparición de jabalíes muertos en Collserola a causa de la peste porcina africana (PPA) ha dado alas a todo tipo de conspiraciones. Una de las que ha ganado fuerza apuntaba al centro de investigación IRTA-CReSA, especializado en enfermedades animales y que trabaja desde hace casi dos décadas con cerdos infectados con el virus. El laboratorio está situado a escasos 800 metros de la zona donde se detectaron los primeros animales afectados, un detalle que ha encendido las sospechas en las redes sociales. Sin embargo, el origen del brote continúa sin confirmarse, y la tesis principal que sostienen las autoridades es la de un alimento contaminado. Ante el alud de teorías conspirativas, el veterinario e investigador del centro, Joaquim Segalés, ha salido al paso asegurando, en declaraciones a Versió RAC1 este miércoles, que “no hay ninguna evidencia de que un fallo en los protocolos de seguridad explique el escape del virus de la peste porcina del centro”.
Según Segalés, el laboratorio sigue unos protocolos de bioseguridad muy estrictos que hacen prácticamente imposible una fuga del virus. A raíz del brote detectado en Collserola, el equipo revisó todas las actuaciones de los últimos cuatro meses y no se detectó “ninguna alteración de la bioseguridad”. Entre las medidas que se toman habitualmente, destaca la obligatoriedad de cambiarse de ropa, ponerse una bata por encima, utilizar doble guante y mascarilla, y trabajar dentro de cabinas de seguridad. Cuando el trabajo implica animales vivos, es necesario llevar un equipo de protección individual completo. Tal como ya pasaba durante la pandemia de la covid, los investigadores deben desinfectarse y ducharse antes de salir del laboratorio, y tienen prohibido acercarse a granjas de animales de producción durante las 72 horas siguientes. “Todos son principios de precaución que seguramente realizamos de manera exagerada, es decir, que no serían tan necesarios, pero queremos asegurarnos”, ha apuntado en declaraciones en antena.
La normativa internacional establece que para manipular un virus como el PPA hay que hacerlo en unidades de bioseguridad de nivel 3 (BSL-3), solo una por debajo del máximo existente. Segalés asegura que el IRTA-CReSA trabaja con un nivel 3 “incluso aumentado”, con medidas duplicadas para garantizar que no se produzca ninguna fuga. El edificio está diseñado para resistir incluso un terremoto, con una estructura de cemento armado que impide que ninguna partícula infecciosa salga al exterior. “La presión atmosférica es más baja que la que hay en el exterior”, ha añadido. Una medida clave para evitar que ningún agente patógeno traspase los límites del centro.
Un alimento contaminado como principal sospecha
El investigador considera que el origen más probable del brote de PPA detectado en Collserola es un alimento o material contaminado. Esta vía es una de las tres posibles formas de transmisión, junto con el contacto con otro animal infectado —poco plausible en el caso del primer caso detectado— o la picadura de una garrapata que, según ha puntualizado, no se encuentra en Cataluña. El veterinario recuerda que en Europa del Este la infección es endémica, tanto en jabalíes como en cerdos domésticos utilizados para el consumo humano, ya que el virus no afecta a las personas. En este sentido, ha señalado que otros países como Suecia, Bélgica, Italia o Chequia han vivido episodios muy similares, con casos que aparecen súbitamente en jabalíes y sin ninguna granja o laboratorio cerca.