En su primer discurso después de convertirse en vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance proclamó vivamente ante la multitud: "¡Quiero más bebés en los Estados Unidos de América"!. Unos días después, Donald Trump firmaba una orden ejecutiva que daba apoyo a la fecundación in vitro, reivindicando la necesidad de articular políticas públicas que "faciliten a los padres y madres amorosos y anhelantes tener hijos". Elon Musk, antes de su divorcio con Trump, alertaba como jefe del departamento de eficiencia gubernamental de que "la tasa de natalidad en colapso es, con diferencia, el mayor peligro que afronta a la civilización". El magnate tecnológico, que actualmente es padre de 14 hijos, representa el paradigma de un movimiento que cada vez tiene más fuerza en EE.UU: el pronatalismo.

A inicios de este año, unas 200 personas partidarias de este movimiento se reunieron en la sala de conferencias de un hotel en el marco de la Natal Conference, con el objetivo de debatir el declive de las tasas de fertilidad en EE.UU. El público estaba conformado por una mezcla de católicos conservadores, tecnólogos de Silicon Valley y madres con ocho o nueve hijos. La preocupación de todos ellos era la misma: la necesidad de convencer la población estadounidense de tener más hijos. La ponencia fue dirigida por una empresaria de aplicaciones de citas, quien acabó declarando una cruzada contra las familias que rechazan la procreación. 

Con una tasa de fertilidad en mínimos históricos, EE.UU. ha asistido al surgimiento de una comunidad pronatalista en auge que promueve la creación de familias más numerosas y la articulación de políticas que fomenten la maternidad. El movimiento ha aunado a gran parte de la derecha estadounidense que, con su característico conservadurismo cultural, defiende las unidades familiares convencionales como herramienta para "garantizar la viabilidad futura de la especie". Figuras públicas de importancia como Musk o el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, han convertido esta creencia en un recurso para alimentar sus narrativas ideológicas. Johnson, por ejemplo, aseguró en una audiencia en la Cámara que "los abortos perjudican la economía al eliminar posibles trabajadores".

Un movimiento con reminiscencias eugenésicas

Si bien todavía no se ha estudiado lo suficiente el fenómeno, muchas voces de la izquierda ya se han mostrado críticas con este movimiento. Según dicen, el pronatalismo acoge a una gran cantidad de supremacistas blancos que, temerosos de asistir a una superación en las tasas de natalidad por parte de los considerados como "países emergentes", intentan forzar un retorno a los roles de género tradicionales. Los pronatalistas, en cambio, se consideran simples defensores de la creencia que tener hijos es bueno y necesario para el bien común y, por lo tanto, se debe promover esta práctica para evitar la caída de las tasas de natalidad. Eso quiere decir, en otras palabras, forzar la intervención activa del gobierno mediante políticas públicas que incentiven a las madres a dar a luz.

El interés por este fenómeno no es nuevo en Estados Unidos. Históricamente, el pronatalismo ha estado vinculado a movimientos eugenésicos, binomio que hoy día vuelve a ganar bastante gracias a los avances tecnológicos en el campo de la genética. Los jerarcas de Silicon Valley parecen estar particularmente interesados, y muchos de ellos defienden la investigación médica sin restricciones con el objetivo de diseñar una "producción masiva de humanos seleccionados genéticamente". Es decir, crear una raza humana mejorada, más "pura". Esta idea, que inevitablemente evoca postulados socialdarwinistas aplicados en ciertos contextos del pasado, ha generado interés en Trump, quien, con la firma de la orden ejecutiva a favor de la fecundación in vitro, parece haber comprado el argumento de la llamada "derecha tecnológica pronatalista".

El pronatalismo, recurso político para hacer frente a la izquierda

La popularización del pronatalismo ha hecho que algunas voces republicanas exijan la aplicación de medidas habitualmente asociadas a la izquierda, como ampliar el crédito fiscal para los hijos o convertir terrenos federales en viviendas asequibles para las familias. Sin embargo, la mayoría de los republicanos electos han utilizado premisas pronatalistas como munición para sus batallas culturales contra la izquierda woke. Recientemente, un legislador republicano de Michigan presentó una resolución para condenar el matrimonio entre personas del mismo sexo, alegando que se trataba de una "necesidad biológica para preservar y hacer crecer a nuestra raza humana". En la misma línea, dos fiscales generales del partido argumentaron, después de haber cortado el acceso a una píldora abortiva, que esta había "reducido las tasas de natalidad de las madres adolescentes", provocando una "disminución de la representación política y la pérdida de fondo federales". En la práctica, por lo tanto, la retórica pronatalista ha sido utilizada por la derecha estadounidense con fines políticos, especialmente para promover medidas antiaborto.

¿Qué hacemos con la crisis de la natalidad?

Es una evidencia que las tasas de natalidad disminuyen en muchos lugares del mundo, donde cada vez se hace más necesario incentivar "tasas de reemplazo" que reviertan la situación. En Corea del Sur, el país con el índice de fertilidad más bajo del mundo, los expertos ya calculan que, si la población no empieza a tener hijos con urgencia, se llegará a un punto de no retorno que inevitablemente derivará en el colapso de los servicios públicos y una crisis económica sin precedentes.

Los demógrafos, no obstante, siguen sin alcanzar un consenso sobre cómo abordar esta problemática. Mientras la población mundial crece diariamente, algunos expertos ven en la llegada de inmigración a los países ricos una solución para compensar las disminuciones de la fertilidad. Pero recurrir a esta medida requiere un cambio profundo en la mentalidad de muchas sociedades sobre la cuestión migratoria. Si las poblaciones que presentan tasas de natalidad en descenso siguen siendo hostiles a la llegada de inmigración extranjera, es muy probable que su fuerza laboral se reduzca progresivamente hasta el punto de no poder garantizar la viabilidad económica del país donde viven.

En este contexto de incertidumbre, los círculos republicanos de EE.UU. han optado por polarizar ideológicamente cuestiones como el matrimonio o la maternidad. Al mismo tiempo, Donald Trump ha prometido que financiará un baby-boom en EE.UU. repartiendo cheques de 5000 dólares para hacer frente a la caída de las tasas de natalidad. Sin embargo, muchas familias consideran esta medida una solución temporal e insuficiente que desplaza la atención del problema real: la inexistencia de condiciones socioeconómicas adecuadas para hacer posible el nacimiento y la crianza de una familia.

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