Mindfullness con el vino se traduce en pensar los aromas, en sentir qué papilas gustativas se despiertan… ¡Porque hasta el tacto, el oído y la vista se sienten de otra manera después del primer sorbo de vino! Después de hacer spinning, yoga o un ejercicio de relajación, cuando nuestro cuerpo está más KO, es cuando nuestra mente se libera. Porque si no lo conseguimos ahora, en verano, ¿cuándo podrá ser?

Un viernes, en el sofá, con tu canción de jazz favorita, una vela, unas sábanas limpias y un día sin despertador. El estar presente en el aquí y el ahora: el centrarte en el aquí y ahora a través de los sentidos. Porque siempre estamos pensando en lo que tenemos que hacer o lo que no hicimos: un pasado y un futuro ilusorios, y nada más real que el terruño, la fuerza de la naturaleza y la cultura en el vino. El bouquet del vino te hace concentrarte en preguntarte lo que sientes en todos los sentidos.

La praxis griega que en un mundo teórico tenemos tan relegada que nos olvidamos de reconocer nuestras emociones, nuestros sentimientos y nuestras sensaciones. Y una copa de vino nos pone a prueba y nos hace estar atentos a lo que vamos a degustar. En un mundo de prisas y de no tener tiempo, el vino se convierte en la historia líquida de una añada vivida. Ese tono de pensamiento que te da esa primera copa de vino y que invita a otra pero sin pasarte. Es conocida la asociación entre beber alcohol con moderación y un menor riesgo de Alzheimer, aunque consumir demasiado alcohol es perjudicial para las neuronas. Vasodilatador, relajante, mejora la salud cardíaca, intestinal y cerebral. Esto se debe a que contienen compuestos antioxidantes, antiinflamatorios y para mejorar los niveles de lípidos. Cuanto más alcohol tiene un vino, más peso en boca y cuerpo gustativamente. Muy diferente de cuando estás cerrando un trato con un cliente y has pedido vino como postureo porque sabes que tienes que ir a buscar a los niños al cole, pasar por el súper y antes hacer esa llamada a tu jefe.

Así que este verano, a poner de moda este ejercicio introspectivo de conocerte mejor a través de una copa (que no botella) de vino.