Al pan, pan y al vino, ¿vino? Los tópicos sobre el vino demuestran como la cultura vinícola se ha constituido a lo largo de los siglos alimentándose de diversas corrientes de pensamiento para distribuir los roles sociales y las identidades individuales. En la mística espiritual, se encuentran reminiscencias eróticas donde la belleza humana reluce cuando hay vino en el corazón, como queda ejemplificado en El banquete de Platón.

 

En los romanos se exhalta el carpe diem de Horacio, que alude a esta necesidad epicúrea de disfrutar del momento. Virgílio, en sus églogas, utilizaba la figura del dios del vino para metaforizar el ritmo de las estaciones. En filosofía, Mircea Elíade dirá en el Tratado de las Religiones que la viña es el mítico árbol del paraíso, el árbol del bien y del mal, es decir: del conocimiento.

Los tópicos sobre el vino demuestran como la cultura vinícola se ha constituido a lo largo de los siglos alimentándose de diversas corrientes de pensamiento para distribuir los roles sociales y las identidades individuales

In vino veritas de Kierkegaard, el vino es musa de la palabra y ayuda a que los interlocutores se entiendan mejor con la verdad por delante. Nietzsche hará que Zaratrusta no beba nunca agua, y que el superhombre sólo beba vino. En el escritor francés, Charles Baudelaire, reencontramos la relación antropomórfica que ha caracterizado la forma moderna de interpretar el vino, como podemos observar en varios poemas de Las flores del mal.

La Oda al vino de Neruda, como decíamos anteriormente,  acaba siendo una perfecta nota de cata que evoca más que describe, empezando así:

Vino color de día,
vino color de noche
vino con pies de púrpura
o sangre de topacio,
vino, liso
como una espada de oro,
suave
como un desordenado terciopelo