Ya hace muchos años que los hermanos Alam, Mani y Magid, vinieron del Pakistán. También hace mucho tiempo que cogieron oficio en el restaurante de sus tíos, el FFlor de maig del Raval, y el año que viene hará diez que abrieron su primer negocio, el Fish and Chips Shop de Gran Via Rocafort, que les daría renombre gracias a la originalidad, la calidad y los precios populares que se convertirían en marca de la casa.

Desde aquel 2015 ha abierto un puñado más de Fish and Chips (entre los cuales el de Casanovas, sin gluten) y en el 2019 expandieron horizontes gastronómicos con el Baby Jalebi, honrando la gastronomía de su región, el Punjab. Después de unas cuantas aventuras más, este año abren el Acha'ar, en el Poblenou, donde antes estaba el Géminis, un bar de toda la vida que los Alam, que son unos cracks, han reformado ellos mismos y han dejado bonito y espacioso, con muebles de madera de Alfredo López del estudio Owl.

L'exterior de l'Acha'ar / Foto: Cedida
El exterior del Acha'ar / Foto: Cedida

Acha'ar es la palabra que se utiliza en la cocina india para hablar de encurtidos, y este es uno de los fuertes de su carta, un poco más sofisticada pero con los mismos precios ajustados. Mani quiere que salgamos una poco del lugar común tapa + caña y nos propone una combinación espléndida: vinos naturales —tienen en abundancia, y muchos en copas, escogidos por el sumiller italiano Irene- con alguno encurtido —los hacen ellos y son un vicio: de mango, de tomate, de zanahoria... hasta ocho de diferentes—, y uno de los dos panes hindúes buenísimos que también dominan a la perfección —hacen uno de los mejores nans que he probado, de ajo y queso, y paratha, una auténtica delicia difícil de describir, entre ensaimada y hojaldre, con ghee, la mantequilla clarificada.

Los confitados les aprendieron a hacer con Anjalina Chugani, una gran maestra, y son a base de aceite de sésamo, granos de cilantro y mostaza, entre más ingredientes. Otro de los platos especiales es el panipuri, un bocado divertido que tienes que engullir de golpe y tiene una parte crujiente hecha de harina de trigo, patata, garbanzos y arándanos y una líquida con agua de tamarindo. Todo lo hacen ellos al momento, aunque tarde más, como el okra crujiente o los buñuelos de espinacas —se dan buena mano— con salsa de menta. Y si queréis carne, el cordero marinado al tandoor también es para chuparse los dedos.

Plats de l'Acha'ar / Foto: Cedida
Platos del Acha'ar / Foto: Cedida

Los socios de l'Acha'ar (los hermanos Alam y Bilal Khan) y todo el personal son encantadores, hay buen ambiente, la manduca es cojonuda, y hace ilusión que se abran restaurantes así, donde por unos 30 € te puedas dejar recomendar, probar cosas nuevas y salir más contento que una azufaifa.