La Ruta del Cister recorre las comarcas de L'Alt Camp, la Conca de Barberà y L'Urgell; de hecho, cada una de estas comarcas tiene un monasterio cisterciense, el monasterio de Santes Creus, el monasterio de Poblet y el monasterio de Vallbona de les Monges, de aquí el nombre de la ruta. Justo entre los tres monasterios existe un pequeño pueblo, Solivella, en la Conca de Barberà, un lugar de paso entre Andorra y L'Alt Urgell y la Costa Daurada, pero también para los visitantes de la Ruta del Císter.

Un restaurante familiar que años atrás fue un antiguo café donde los abuelos del pueblo jugaban a la butifarra

Entonces, en medio de tanta austeridad, encontramos Cal Travé, un restaurante familiar que años atrás fue un antiguo café donde los abuelos del pueblo jugaban a la butifarra y tomaban su carajillo mordisqueando un caliqueño, y también era una fonda donde los viajeros cansados paraban a recuperar fuerzas. Solivella es tierra rica en aceite, vino y cava, fruta dulce, frutos secos, azafrán y trufa.

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Cal Travé

He aquí que llegábamos a Solivella con el grupo, sedientos y hambrientos, pues estuvimos toda la mañana en el monasterio de Poblet y, claro, al final se te pega eso de la sobriedad y la austeridad, y todavía te da más hambre. Entramos en el local, Antoni nos recibe y nos acompaña a la mesa que ya tienen preparada. El olor de pan nos coge desprevenidos. En Cal Travé tienen la sensibilidad, la formación y las ganas de hacer pan. En este caso, Josep Maria aprendió de su abuela a amasar, fermentarlo y hornearlo utilizando hasta hace poco un horno de leña que han tenido que cambiar por uno de convección por motivos estratégicos.

La brasa está comandada por Juan Carlos, versión cisterciense de Bittor Arginzoniz

El local no es pequeño, la entrada la preside una gran foto familiar, la barra va de punta a punta del local, las paredes están llenas de instrumentos musicales, relojes y herramientas antiguas para trabajar la tierra. La chimenea, llena de brasas de encina, olivo o almendro, está comandada por Juan Carlos, versión cisterciense de Bittor Arginzoniz, el domador de las brasas. Josep Maria y su pareja, Maria Rosa, llevan la cocina junto con Montse, ellos son y han sido los artífices de la cocina actual de Cal Travé, muy creativa y con toques de modernidad pero sin perder el norte y los orígenes.

Toda la familia rema en la misma dirección

Desprenden pasión por lo que hacen y se la contagian así a su clientela. Antonio nos aconseja vinos y cavas de su bodega familiar, el Celler Sanstravé, con DO Conca de Barberà. El poeta y arquitecto Joan Margarit tiene una gran amistad con los Sans y una intensa relación con sus vinos: ejerció de arquitecto en la construcción de la bodega y de la casa rural que regentan (Cal Gasset), y todas las botellas de sus vinos incorporan uno de sus poemas en la contraetiqueta.

Empieza el festival

Así pues, empezamos con unas botellas de Agraïment syrah 2011, crianza de 18 meses en barrica de roble francés, color rubí, un vino con carácter y persistencia, taninos muy finos. Empieza el festival. Probamos el canelón crujiente de camembert, soberbio; los huevos de corral con foie, patatas y trufa, extraordinarios, y la coca con cebolla caramelizada, queso, manzana y micuit. Las cocas están elaboradas por Josep Maria; masa madre, buena harina y manos diestras.

Manitas de cerdo

Manitas de cerdo de Cal Travé

Nos llevan unas bandejas de caracoles a la llauna, de los mejores que hemos probado. Continuamos con el arroz seco de gamba en lata al horno. Tenemos que parar para llorar de felicidad, nos secamos las lágrimas y hacemos unos brindis, esta vez de Llum de vi blanc, medalla de oro al mejor vino blanco joven del 30.º Concurso de vinos de la DO Conca de Barberà. Son tiempos para celebrarlo todo.

Arros seco de gamba en la lata
Arros seco de gamba en lata de Cal Travé

Probamos un platillo de manitas de cerdo a la cazuela con nabos y zanahoria, no sea dicho, mojando pan del bueno; que, por cierto, no nos lo cobran al final de la comida, como el otro día en el Restaurante Bilbao de Barcelona, donde nos metieron 5 euros por persona por el pan con tomate. Éramos once, por lo tanto, 55 euros de pan; teniendo en cuenta que el pan artesano y ecológico cuesta 1,10 euros la barra, y este os aseguro que no lo era, podíamos haber comprado 50 barras por el mismo precio, qué pena.

bacalla a la brasa
Bacalao a la brasa

Y llega el gran momento: el bacalao a la brasa, fabuloso y delicioso. El bacalao, a pesar de ser uno de los productos más ancestrales y míticos de los fogones vascos, cocinado a la brasa ha sido hasta hace poco el eterno olvidado de la cocina vasca. Ellos lo preparaban de muchas otras maneras, al pil-pil, a la vizcaína, en salsa verde, la famosa tortilla de bacalao, como relleno de pimientos, frito con pimientos... La lista es interminable. Dicen que los vascos tienen una receta de bacalao diferente para cada día del año... ¿o eran los portugueses? Da lo mismo, en los últimos años, por fin se ha implantado hacerlo a la brasa en los mejores asadores vascos. En Cal Travé lo envuelven en papel de estraza y lo meten en medio de las brasas el tiempo exacto, Juan Carlos es un experto. Lo emplata desnudo con un chorrito de aceite virgen y una pizca de pimienta, acompañado de un tomate a la brasa; una auténtica salvajada.

Fuego en el suelo
El fuego en Cal Travé

De postre, y para llenar un poco, pedimos los buñuelos de chocolate, excelentes, y el milhojas de crema de la abuela, apoteósico.

Helado
Helados

Tomamos cafés y digestivos y nos despedimos agradecidos y muy contentos de la familia Sans Travé, cargados como locos con unas cajas de Agraïment.