Somos muchos y muchas, quizás cientos de miles, los que vivimos en la ciudad con el campo en el corazón. Desde la época en que estudiábamos filosofía en el instituto ―sí, esta asignatura que se acaban de ventilar en detrimento de Educación en Valores Cívicos y Éticos, donde, más allá de los banquetes de Platón, también se hablará de memoria histórica, derechos de la comunidad LGTBI o valores de los ciudadanos―, la idea utópica del beatus ille, consistente en enaltecer las bondades de la vida rural en contraposición a la vida ajetreada, estresante y escandalosa de la ciudad, habita latente en algún rincón de nuestra existencia. Sin embargo, la sensación es que los años pasan cada día más rápido, y que el margen para fugarse y consumar el paso hacia una vida más asilvestrada es cada día más escaso. Y, en cierto modo, incluso le hemos cogido miedo a las vacaciones; no sea que el trauma de la rentrée dinamite los recuerdos idílicos del verano. Seamos sinceros, pues: eso de fugarse es una quimera. Y cuanto antes lo asumamos, antes empezaremos a actuar en consecuencia. Quiero decir, que no todo es blanco y negro, y que te sorprenderías de cuántas cosas puedes hacer en tu casa de esas que querrías hacer en una masía del Empordà. Por ejemplo, cultivar tomates. A diferencia del cultivo de calabacines, cebollas, zanahorias, habas, patatas... o de la mayoría de hortalizas que crecerían sin problemas en el suelo del huerto que nunca tendremos, te aseguro que en la azotea, terraza, balcón o balconcito de tu casa pueden crecer unos tomates cojonudos. Y para conseguirlo, sólo tienes que tomar algunas consideraciones.

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Tomateras en un balcón abarrotadas de tomates / Foto: Primo Chef

"Si la maceta es grande, el sustrato es bueno y su ubicación es la correcta, las posibilidades de cosechar algún tomate en el balcón de casa están casi garantizadas"

Maceta y sustrato

En primer lugar, utiliza una maceta o bolsa de cultivo (un formato innovador que se adapta mucho mejor a las limitaciones de espacio de un balcón o terraza) de 25 litros como mínimo ―ideal de 40 o 50―, y un sustrato especializado diseñado específicamente para el cultivo de tomates u hortalizas a base de turbas seleccionadas, fibra de coco, compost, abono y otros nutrientes específicos. O, dicho de otro modo, evita los sustratos universales de los bazares chinos y prioriza aquellos diseñados por fabricantes de confianza como CompoFloragardBatlle o Flower. Quiero insistir especialmente en este punto: el 40% de tu éxito dependerá del tipo de sustrato que utilices, así que no escatimes en ello y busca presencialmente o por internet aquel producto que por precio, formato, origen o criterios de producción se adapte mejor a tus necesidades. Una vez tengas el recipiente de cultivo con el sustrato escogido (recuerda prensarlo ligeramente a medida que lo vayas llenando, de manera que al regar no te lleves una sorpresa por la reducción de volumen), el siguiente paso será escoger el lugar idóneo para situarlo. Como regla general, colócalo donde sea, pero sobre todo que no se sobrecaliente de los lados o desde abajo por culpa de la radiación desprendida por baldosas. ¡Ah, y eso sin que las tomateras dejen de recibir luz directa! Así que haz volar su imaginación, que aquí tienes otro 20% de tu éxito (algunas ideas: puedes ir moviendo la maceta de sitio, ponerla sobre un taburete, construir una pantalla protectora con madera, situarla sobre un azulejo blanco... cualquier solución es buena si reproduce las condiciones de una tomatera plantada directamente en el suelo: con las raíces bien frescas y la planta bien soleada).

"El año pasado, con una alineación de once tomateras de cinco variedades diferentes, recogí decenas de unos tomates que incluso la vecina del tercero todavía recuerda"

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Aspecto de un buen sustrato a base de fibra de coco / Foto: Cultivo paso a paso

Material vegetal

Rebobinemos, pues: si la maceta es grande, el sustrato es bueno y su ubicación es la correcta, las posibilidades de cosechar algún tomate en el balcón de nuestra casa están casi garantizadas. Ahora bien, ¿de qué variedad de tomate estamos hablando? En cuanto a la elección del material vegetal, al grano: mi consejo es que priorices siempre alguna de nuestras variedades autóctonas (tienen un sabor más intenso, complejo y equilibrado que las variedades híbridas) como el tomate mandó, el rosa de Girona, el cor de bou o el bombilla. Y que, en lugar de sembrar las semillas, tarea que requiere un mayor grado de experiencia, apuestes por comprar directamente el plantel; es decir, las tomateras ya germinadas de unos 10 cm de altura y un mes de vida. No obstante, si en tu garden o tienda agroecológica de confianza no encuentras este tipo de material (aunque también puedes coger el coche y desplazarte a un centro más especializado como Planters Faura, en El Papiol, o Planters Casas, en Palafolls, por poner solo dos ejemplos), la otra opción es, como comentaba, partir de cero y recurrir a la siembra directa. En este caso, en Les Refardes, L'Era-Esporus o el Colectiu Eixarcolant descubrirás un abanico muy generoso de variedades locales, alguna de las cuales seguro que te tentará para que la plantes. Pero bueno, sea por medio de semillas o de plantel, considera una densidad máxima de una tomatera por cada 25 litros de sustrato, y hasta un máximo de dos tomateras por maceta.

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Plantel de tomate listo para plantarlo / Foto: Planter Casas

Agua, nutrientes y fitosanitarios

Por último, sólo quedan tres cosas a tener en cuenta: el agua, que deberá aplicarse a demanda y procurando siempre mantener las capas inferiores de sustrato húmedas para favorecer la presencia de raíces en esta parte de la maceta; el abono, que para evitar que se quemen las raíces procuraremos que sea siempre humus de lombriz, el cual añadiremos a razón de dos puñados por mes y por planta, mezclándolo con los primeros 10 centímetros de sustrato; y los productos fitosanitarios, que serán unos u otros en función de si tienes orugas, un hongo como el mildiu o un virus como el de la necrosis apical. En este caso, el reto consistirá en identificar el problema con anticipación y actuar en consecuencia a partir de libros o blogs especializados. Aunque, si la maceta es grande, el sustrato es el adecuado, las raíces no se calientan y no falta agua ni la luz, ya te adelanto que lo de las plagas y enfermedades no será un quebradero de cabeza. Quiero decir, que seguro tendrás todo tipo de insectos potencialmente perjudiciales para tus tomateras, pero ya verás que ninguno de ellos se desarrollará hasta el punto de comprometer la salud de tu cultivo. Dicho esto, me queda desearte mucha suerte con esa aventura. Un servidor lleva ya cinco años plantando tomates en la azotea y tengo que decirte que el año pasado, con una alineación de once tomateras de cinco variedades diferentes, coseché decenas de unos tomates que hasta la vecina del tercero todavía recuerda. Ah, y sobre las típicas cañas por donde se enredan las plantas, lo cierto es que puedes pasar de todo y dejar que las matas caigan, así como utilizar cualquier otro tutor. Si decides usarlas, a medida que la planta crezca simplemente átala sin estrangularla. Y ahora sí, apreciados y apreciadas… mucha mierda.

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La oruga del tomate, un insecto calamitoso / Foto: Parasite