Oigo en la radio que Novo Nordisk es la empresa más valorada del 2023. La razón de su meteórico éxito se llama Ozempic, un medicamento indicado para pacientes de diabetes que tiene un efecto secundario: reduce el hambre y, por lo tanto, es un medicamento eficiente para perder peso. Según la información radiofónica, ya hay estudios que dicen que el aumento de consumidores de Ozempic disminuye a los compradores de según qué productos alimenticios. Las acciones de Coca-Cola, Pepsi y de chocolate Hershey han bajado en bolsa con el argumento de que se venderán menos productos con muchas grasas o mucho azúcar. Magnífico. Por otra parte, United Airlines ha publicado un informe que dice que, si cada pasajero pierde una media de 4 kg, se ahorrarían 80 millones de dólares al año en combustible. Así pues, el consumo de Ozempic tiene unos efectos directos en la economía de las empresas. La noticia de la radio no menciona qué efectos económicos tendrá en el presupuesto de los gobiernos.

El consumo de Ozempic tiene unos efectos directos en la economía de las empresas. La noticia de la radio no menciona qué efectos económicos tendrá en el presupuesto de los gobiernos

Hace décadas que las administraciones públicas alertan de la peligrosidad de la obesidad que afecta con más virulencia a las clases socialmente desfavorecidas. Sin embargo, la obesidad no tiene fronteras geográficas ni culturales y, hoy, ya está considerada como una pandemia mundial. Los responsables de Salud Pública de cada gobierno destinan gran parte de los recursos a aplicar políticas que promueven un estilo de vida saludable para prevenir y atenuar esta enfermedad, aunque no todas las obesidades son conductuales, sino que hay de genéticas, endocrinas, medicamentosas o cromosómicas que solo tienen tratamiento quirúrgico.

Pocos de los que leen este artículo habrán caído en la trampa de creer que el Ozempic es comprado por personas que realmente lo necesitan. Como decía, por causas diversas, la obesidad es más frecuente en personas de rentas bajas y el precio de la píldora lo hace inaccesible a todos los bolsillos, de manera que el cliente de este medicamento es quien lo puede pagar, y más que una necesidad es una excentricidad de personas con sobrepeso que se afanan por un cuerpo ideal para lucir, quizás, en las redes sociales. Con su fuerte influencia – todos queremos vivir y ser como los ricos – promueven, no tanto un estilo de vida saludable, sino que inciden en la gordofobia y, en consecuencia, en los trastornos de la conducta alimentaria – anorexia, bulimia y vigorexia – hecho que acaba generando un daño mayor y un gasto médico más alto.

Por lo tanto, concluiremos que el Ozempic es un medicamento con más de un efecto secundario: ayuda a adelgazar, es una amenaza para las cuentas corrientes de empresas privadas y es un consolidador de la gordofobia y de los TCA. Ay, como echaremos de menos a Itziar Castro, la actriz que, contra todo pronóstico, triunfó en un sector donde impera la estética y los cuerpos diez. Itziar lució su físico no normativo con orgullo y determinación, defendiendo que lo que importa es el talento artístico, y ella iba sobrada.

Itziar lució su físico no normativo con orgullo y determinación, defendiendo que lo que importa es el talento artístico, y ella iba sobrada

Su legado es inmenso, como lo era ella, y nosotros tenemos que ir recordándolo antes que se diluya como una pastilla de Ozempic. Itziar fue un faro para muchas personas – gordas, obesas, pero también otras musculosas, delgadas o esculturales - un modelo a quien quererse parecer y un gran remedio, mucho más democrático y efectivo que un tubo de píldoras. Reivindico y propongo, desde estas líneas, que alguno de sus amigos cineastas le dedique una película a fin de que su tarea ingente se perpetúe y se transmita a las generaciones venideras. Amémonos a nosotros y entre nosotros.

¡Buen año 2024, que tengáis mucha salud! ¡Come mucho y caga fuerte!