Hace poco, descubrí una marca de ropa local que se llama Say nice things about Detroit ('habla bien de Detroit'), mensaje que poco o nada debe llegar al mundo. Yo, personalmente, habría escrito en medio de las sudaderas un basta ya: basta ya de decir que Detroit es vandalismo, ciudad en ruinas y crimen.

La que un día fue denominada Patrimonio de la UNESCO como "ciudad del diseño", fundada por los franceses en el año 1701, se convirtió en la cuarta metrópoli más grande del país, y el referente mundial de la industria automovilística durante la primera mitad del siglo XX. A la ciudad de los Big Three le llegó la decadencia con la desindustrialización, que empieza a entreverse en los años 40, la pérdida de puestos de trabajo de la industria del motor, la emigración del white power hacia los suburbios huyendo del caos y del crimen. En la ciudad quedaron la mayoría de afroamericanos que no tuvieron tanta suerte. Ocurrió la mayor quiebra municipal de la historia de las ciudades americanas. Edificios que habían sido referentes arquitectónicos quedaron vacíos, huérfanos de civilización. Cobre y otros metales, que formaban parte de edificios nobles, eran motivo de peleas entre bandas para poder arrancarlos de las piedras que los sostenían.

Cobre y otros metales, que formaban parte de edificios nobles de Detroit, eran motivo de peleas entre bandas para poder arrancarlos

Sí, al fin y al cabo, es bien cierto. Y parece que esta oscura imagen ha quedado tatuada a la mente de todos aquellos que desconocen la realidad actual de mi ciudad y, además hacen campaña. La ciudad ha hecho un esfuerzo magnánimo con la ayuda de inversores que han creído con su resiliencia, y han invertido a paladas sus millones. El ejemplo más claro es el de Dan Gilbert, que ha comprado y vuelto a dar vida a la mayoría de edificios del centro de la ciudad, y de qué manera. Me gustaría subrayar que, los meses pasados, Gucci ha abierto una flagship en el centro de la ciudad, y también que la metrópolis ha sido nombrada entre los 50 mejores destinos del mundo para visitar según la guía de viajes Travel Lemming, dando relieve a su escena cultural y su encanto histórico, dejémoslo así. Pero aquí venimos a hablar de gastronomía.

parada|puesto de carne en el Eastern Market Javi Paricio
Parada de carne en el Eastern Market de Detroit / Foto: Javi Paricio

Detroit ahora mismo cuenta con una escena gastronómica que seguro que la mayoría de habitantes del globo terráqueo no se imagina. De primer plato hay que decir que el tejido restaurador se ha sabido posicionar entre los mejores del país, y ya dispone de restaurantes como Freya, que ha recibido los honores nacionales de formar parte de la lista de los mejores 50 del país según el New York Times. De segundo plato, tenemos una retahíla de James Beard Awards dignos de comprar un billete en Detroit para probarlos; Selden Standard, conocido por la chef pastelera Lena Sereini, Food and Wine mejor chef del 2020, y por el chef ejecutivo Andy Hollyday.

Detroit ahora mismo cuenta con una escena gastronómica entre las mejores del país

La emblemática antigua estación de bomberos acoge el Apparatus Room de Thomas Lents, que cuenta con una barra icónica. En Coorktown el Takoi, un thailandès de renombre que nació de un foodtruck; nacido de un puesto del mercado en Corktown, el Warda, de la chef argelina Warda Bouguettaya, pastelera en el Cass Corridor, donde pastas y pasteles te hacen despertarte el sábado y salir todavía con las legañas y el corazón dormido a comprar el desayuno. James Rigato, chef del Mabel Gray, también se encuentra entre los galardonados de los Beard, apostando desde su cocina por un barrio que renace y se alza con resaca de la nada. El Omar Anani, chef del Saffron De Twah, nominado mejor chef de los Grandes Lagos, nos acerca con excelencia al halal desde su bistro marroquí.

LUZ DE LA ANTIGUA ESTACIÓN DE BOMBEROS, AHORA EL APPARATUS ROOM JAVI PARICIO
Luz de la antigua estación de bomberos; ahora el Apparatus Room / Foto: Javi Paricio

No continuaré la lista porque los editores me reprenderían, por demasiadas palabras, pero sí que quiero acabar diciendo que el tejido restaurador de Detroit solo empieza aquí. Cuenta, sin embargo, con centenares de restaurantes que ahora mismo pintan un cuadro de diversidad culinaria impresionante, tejido que apoya cien por cien sus recursos locales, y que aparte de ser sostenibles por concepto, han sido valientes de hacer nacer cocinas donde había escombros y, además las han llevado a las alfombras rojas gastronómicas del país y del mundo... Algo que muchas ciudades americanas no podrán soñar nunca. La restauración de una ciudad que recupera la vida, donde los teatros vuelven a levantar telones, su sinfónica vuelve a afinar instrumentos; los pasos de peatones ya vuelven a estar rebosantes de gente, los barrios ya hace tiempo que cambian tejados quemados por tejas nuevas; que, de los escombros, hacen hogares familiares que quieren ser partícipes de este renacimiento; pintores y artistas que buscan cobijo en edificios del centro, mercados municipales que vuelven a oler a mañanas del sábado, y de pan de leña recién hecho.

Centenares de restaurantes de Detroit han sido valientes de hacer nacer cocinas donde había escombros

Desde hoy, cuando hablamos de Detroit, no boicotearemos más el turismo de una ciudad resiliente que, sí, fue sacudida por el vandalismo, los incendiarios y dos chatarreros durante mucho tiempo, pero que está resurgiendo de las cenizas con mucha fuerza, y de qué manera. Hagamos caso del mensaje de la sudadera: volvamos a hablar bien de Detroit.