En la esquina de Travessera de Gràcia con Milà i Fontanals, cerca de las célebres plazas de Gràcia, ha nacido un emplazamiento mágico donde se han consolidado tres locales a lo largo de los años: la Bodega Marín, institución con ciento seis años de historia, el Bar Pietro, que nació en 2014, y La Graciosa, local inaugurado en 2018. Posiblemente, en ninguno de los tres locales entrarías a primera vista, pero curiosamente los tres han conformado una zona donde hoy y ahora se concentra el mayor número de parroquianos de barrio a las horas punta, gastronómicamente hablando. Cada uno de los tugurios por separado ya tenía su clientela propia, pero de repente y sin saber por qué, los jugadores de los diferentes equipos se han mezclado para jugar la misma Champions, cuya final se juega cada noche en este rincón de la Vila.

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Barra del Bar Pietro

Vayamos por partes, empezamos el birracrucis en el Bar Pietro, del cual me considero muy fan. Es un fenómeno que se estudiará en las universidades, es un local de esos feos y destartalados en los que nunca encuentras un hueco para poder tomar una cerveza, en los que la contaminación acústica es insoportable, en los que no tienen la tapa del año y con una localización nefasta: está tocando Travessera de Gràcia con la calle Torrijos. Con este panorama tan decepcionante me pregunto dónde reside el atractivo para que el local esté siempre hasta los topes y la respuesta es confusa: buen vermú y cerveza de barril muy bien tirada, Estrella Galicia; que aprendan los veteranos del Vaso de oro, donde el otro día me sablaron 9,5 € por una "filo" y una mini ensaladilla rusa y donde no pienso volver a poner los pies, pues era el único parroquiano nativo entre un mar de japoneses. Las bravas Pietro, originales y generosas, una atmósfera espléndida difícil de encontrar en cualquier otra iglesia del barrio, con unos curas que son los putos amos.

El Bar Pietro es uno de los tugurios con más alma del barrio

La fauna es muy variada, dependiendo de la hora del día: hipsters, señoras y señores del barrio con el carro de la compra, familias con niños y sin, tenderos haciendo el break y jóvenes animados... Es un lugar donde todos son bienvenidos y no hay que llevar la cartera llena, los que todavía llevamos cartera. En resumen, uno de los tugurios con más alma del barrio que me gusta frecuentar con la parentela o los amigos siempre que puedo.

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Bar Pietro

Hojeando el libro de Julio Basulto Come mierda —desconozco si el título del libro está inspirado en la apoteósica canción del mismo título de La Polla Records incluida en el no menos apoteósico primer LP del grupo, Salve, de 1984, del cual vendieron más de un millón de copias y por el cual rechazaron (cómo no) el Disco de Oro— leo: "Según la Asociación de Fabricantes de Aperitivos [la cual desconocía que existía], los españoles ingieren 280 millones de kilos de aperitivos cada año". Pues bien, doy fe que parte de estos aperitivos se los zampan los creyentes sedientos en esta concurrida zona de nuestro Brooklyn particular.

Las paredes de la Marín están llenas de botellas y recuerdos, pero también de mierda

Matamos la birra y nos acercamos a la Bodega Marín, antes conocida como el Bar Tere, ahora regentada por la pareja Luis y Vanessa, de origen peruano con raíces vascas. Es una bodega con alma que ha sabido fidelizar a la clientela de siempre, los que quedamos vivos, claro, y han añadido nueva. Pedimos unas birras artesanas y unas ostras Claire, también unas anchoas del Cantábrico. Siguen sin poder cocinar, pero ofrecen platillos que traen de fuera, como el rabo de toro o el civet de jabalí. Las paredes de la Marín están llenas de botellas y recuerdos, pero también de mierda, fruto del trajín de los años abrevando parroquianos y fruto de la falta de limpieza, claro. Este toque decrépito la convierte en una de las bodegas más auténticas de la Vila de Gràcia. Como la bodega es minúscula, la gente se abreva en la calle como en aquellos bares de antes; esto no es nuevo, tenemos bodegas de culto donde hay más clientes fuera del local que dentro: el Quimet & Quimet, la Bodega del Tano, la bodega Cal Pep de la calle Verdi, y muchas otras.

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Bodega Marín

Para acabar, entro en La Graciosa, un local muy alegre donde tomar un buen vino ecológico asesorados por Debora y Gianluca, sumilleres de origen italiano, mientras pruebas platillos de cocina italiana, pero también quesos y embutidos. La Graciosa cuenta con una de las terrazas más divertidas del barrio. Saliendo del local es obligatorio acercarse a la calle Escorial, donde descubriréis dos de las últimas creaciones del siempre polémico Tv Boy, artista de calle residente en la Vila, una de las cuales es un grafiti de Alexia Putellas con la camiseta del Barça y donde leemos "Follow your dreams". Es un lugar de peregrinaje imprescindible si pisas la Vila.

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Terraza de La Graciosa

Así pues, ya lo sabéis, si rondáis por la zona, quedaréis abducidos por una fuerza desconocida que os obligará a ir de barra en barra rumbeando "Advertència" de los Ai, Ai, Ai:

“Si ara no marxo,
Sortiré d'aquí borratxo.
Si em feu prendre un altre trago
ben segur que no me'n vaig.
Si ara em feu seure,
Ja no pararem de beure
Que us conec de fa molts anys.”

Quedáis advertidos.