Twitter es un gran inspirador de artículos. Esta red social descarada, libre y polémica es la antigua cola de la pescadería del mercado con el plus de que puedes pensar un poco más lo que dices y que no lo tienes que hacer mirando a los ojos de nadie. Lo escribo estos días en que todo el mundo va revolucionado con las políticas del nuevo propietario y en que todo el mundo prevé el "twittanic", como he leído también en la red. Quizás tendremos que volver a la cola de la pescadería del mercado, que buena falta hace, teniendo en cuenta, por una parte, las alarmantes cifras de bajada de consumo de pescado y de la bajada de la costumbre de ir a comprar al mercado, por otra parte.

Pero no me permitáis que me desvíe del tema que he venido a denunciar. Sí, a denunciar, porque va siendo hora que se denuncie de alguna manera la falta de responsabilidad, empatía, compromiso y seriedad de aquello que enseñaban en las escuelas antiguamente: la urbanidad. Me refiero a lo que llamamos "no show" que significa "dejarte colgado", "no presentarse o pasar de todo". Por teléfono o mail estos clientes reservan una mesa en el restaurante y como no van sobrados de empatía, como decía, exigen que la mesa sea a la hora que les conviene, que pocas veces coincide con la hora que conviene al restaurador porque a menudo aquella hora, las dos y cuarto por ejemplo, impide poder remontar la mesa.

Restaurant Caelis Barcelona / foto: Caelis
Restaurante de la ciudad de Barcelona / Foto: Restaurante Caelis

Como restaurador tomas el compromiso de guardar la mesa sin ocupar, respetando la hora que "los señores" han reservado. Las alarmas se encienden cuando pasan unos minutos largos y los "señores" no llegan. No seas histérica, ten un poco de manga ancha, un poco de paciencia... quizás se están retrasando... Hasta que lo hueles, intuyes que esta gente no vendrá. Llamas al teléfono que te han dado y oyes a través de su auricular un rumor inconfundible de comedor, de cubiertos, copas y platos y entiendes que te han dado el salto, que han escogido otro y te han dejado al estilo Rosalía, despechá y con la mesa preparada, las lubinas cocidas y los aperitivos comprados.

Te enrabias no sabes como y decides hacer como aquel amigo restaurador que se me decía socarrón que pedir por adelantado la paga por una reserva era un seguro de salud: "Cuando no pido el dinero por adelantado se ponen enfermos y no pueden venir. En cambio, cuando pagan una parte nunca enferman". Aquel día la rabieta te plantó una mesa de 20 comensales en plena campaña de Navidad. Cuando consigues hablar con el cliente que ha hecho la reserva te dice tranquilamente que al final tu restaurante no ha sido el finalista de los tres que habían escogido, en los que hicieron reserva para poder pensar tranquilamente cuál les gustaba más. Sí, lo habéis oído bien: hacen reserva en tres restaurantes y después escogen a uno y se olvidan de anular los otros dos, aparte de haber perdido varios grupos porque creías tener la mesa ocupada. ¡Advertidos estáis, restauradores!

Fue leer el tuit de Xesco Bueno del restaurante Ca l’Esteve en Castellbisbal, denunciando que lo habían dejado colgado con una mesa de 12 comensales un domingo de los de trabajar fuerte, que lo vi claro... Ha empezado la era de pedir el número de tarjeta de crédito y penalizar los "no show"... Aunque hoy no me he visto con corazón de pedir el número de tarjeta a la Sra. Vidal que hace diez años que viene a comer una vez por semana... Duele perder uno de los grandes patrimonios y valores de nuestro oficio: la confianza.