En mayo del año pasado, mientras medio mundo se replanteaba su existencia cerrado entre cuatro partes, un joven llamado Kağan Sümer fundaba en Alemania Gorillas, un supermercado fantasma (es decir, cerrado al público con servicio exclusivamente a domicilio) con el compromiso de servir alimentos en menos de 10 minutos a precio de supermercado físico. Hoy, sólo un año y medio después de su fundación, Gorillas tiene once mil trabajadores, presencia en ocho países (solo en Barcelona ya tiene 5 establecimientos) y levanta financiamientos de tres mil millones de dólares -se trata del unicornio más prematuro de Europa-, y todo sin demostrar aún que se trata de un modelo rentable dado que hasta ahora sólo se ha financiado con las rondas de inversión. Hecha esta breve introducción, analizamos la propuesta de Gorillas con algo más de detalle, que no deja de ser la de cualquier otro supermercado a domicilio, pero con un servicio extremadamente rápido y eficiente, con una conciencia ecológica más labrada, y con la posibilidad recibir tu pedido donde indiques (una playa, un parque urbano, una plaza...), más allá de tu domicilio.

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(Kağan Sümer, el fundador de Gorillas / Foto: Gorillas)

‘Cuando compramos una vez por semana desperdiciamos y tiramos más alimentos que cuando lo hacemos una vez al día’

¿Qué es Gorillas?

De entrada, Gorillas no vende comidas preparadas (pizza, hamburguesa, tacos...), sino alimentos. Por tanto, más allá de cocinarte, lo que pretende esta iniciativa es ponértelo fácil para que te cocines: tú haces el pedido a través de una app y en un máximo de 10 minutos lo recibes (doy fe es así). Por consiguiente, como la compra va tan rápida y el precio es tan accesible, sólo acabas comprado lo que verdaderamente necesitas; y esto es muy importante, porque está demostrado que cuando compramos una vez por semana desperdiciamos y echamos más alimentos que cuando lo hacemos una vez al día. Además, a diferencia del resto de supermercados, aquellos alimentos perecederos que se acercan a la fecha de caducidad y que ya no pueden venderse por una política interna, no se echan, sino que se entregan a asociaciones benéficas. Por último, cabe destacar que todos sus ‘riders’ o repartidores, que se mueven en flamantes bicicletas eléctricas no son falsos autónomos, sino trabajadores con contrato indefinido desde el primer día. Por tanto, en la era de la 'ley Rider' (una regulación que ha afectado principalmente a Glovo), que desembarquen proyectos como éste es señal de que el mundo del consumo a domicilio ha cogido un rumbo casi definitivo.

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(Manifestación contra Glovo / Foto: Isaac Santana)

'Los repartidores han existido siempre, aunque nunca habían sido tan accesibles y rápidos como ahora'

Las posibilidades de la era rider

Claramente, la figura del repartidor no es nueva, sino tan antigua como la propia civilización. En el antiguo Imperio Inca, por ejemplo, antes de la llegada de los españoles, existía una extensa red de caminos por donde corrían a máxima velocidad los chasquis, que eran los mensajeros de la realeza. Éstos, relevándose mutuamente, podían recorrer una distancia de 240 kilómetros al día con mensajes, objetos o incluso comida. Y un sistema similar tenían los griegos, los egipcios o los chinos. Por tanto, los repartidores han existido siempre, aunque nunca habían sido tan accesibles y rápidos como ahora. Para que os hagáis una idea de sus infinitas posibilidades permitidme que os cuente dos anécdotas recientes: El otro día, al descubrir que en nuestro restaurante habitual de sushi no les quedaba ningún riesling (una variedad de uva ácida, floral y cítrica ideal para combinar con esta comida japonesa), optamos por llamar a una tienda de vinos , comprar una botella por transferencia y enviar a un 'rider' de Glovo a buscarla. O aún más salvador: otro día, mientras esperaba a que saliera mi hijo en la cola del colegio, me di cuenta de que me había olvidado de la merienda. Total, que abrí la app de Gorillas y en cuestión de seis minutos -antes incluso de que saliera el niño de clase- ya tenía un par de manzanas en la mano.

Trabajador Gorillas

(Un trabajador de Gorillas preparando un pedido en el supermercado fantasma / Foto: Gorillas)

'Si tenemos la tecnología para llegar a la luna, la tenemos para no ir al supermercado'

Un debate urgente y necesario

En torno a la velocidad, los 'riders' y el universo e-commerce se despliega en múltiples direcciones un intenso debate social y cultural. El conflicto más notorio está asociado a la transformación, por no decir liquidación, del comercio de proximidad, que no puede competir con los precios y servicios de gigantes como Amazon o Alibaba, y a la aparición de las llamadas 'dark kitchens' o cocinas fantasma (es decir, restaurantes cerrados al público con servicio exclusivamente a domicilio), que han visto cómo el Ayuntamiento de Barcelona les suspendía las licencias hasta mayo del 2022 por la presión de piquetes vecinales. Pero existen otras cuestiones igualmente importantes en este debate, como la mercantilización de la información (sexo, edad, preferencias y gustos de consumo…) recabada por los propietarios de las aplicaciones digitales; el inicerto impacto sobre la salud de la tecnología 5G, que requiere la instalación de miles de antenas de alta frecuencia sin las que sería imposible el flujo de información digital; la precariedad laboral que sigue afectando a la gran mayoría de repartidores; o la ocultación de algunos procesos inherente al fenómeno de los supermercados y cocinas fantasma, especialmente de la transformación de los alimentos.

Antena 5G

(Instalación de una antena 5G / Foto: WIRED)

'Siempre me ha parecido que el supermercado físico es uno de los lugares más infaustos de la sociedad de consumo'

Adiós al supermercado físico

Sin embargo, el sector se está adaptando a las nuevas demandas sociales, y la irrupción de Gorillas es un claro ejemplo de ello. Y en la práctica, por mucho que no puedan pisarse, un supermercado fantasma también genera economía de barrio. Y, sin ser un especialista de la carne, del pescado o de la fruta, un rider no deja de ser una persona con la que intercambiar unas palabras. Personalmente, siempre me ha parecido que el supermercado físico es uno de los lugares más infaustos de la sociedad de consumo, a la vez que un grandísimo desperdicio de tiempo. Pero es probable que estos establecimientos sean sólo un trámite entre el mercado de toda la vida, ya prácticamente extinguido, y una nueva forma de comprar los alimentos más rápida e inteligente, más económica y sostenible. Gorillas nació con la siguiente visión: si tenemos la tecnología para llegar a la luna, la tenemos para no ir al supermercado; al menos, en la ciudad. Por su parte, la vida rural continuará más o menos inalterable hasta que un día, más antes que tarde, un dron lleve un paquete a la masía más aislada.

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(Rider en pleno servicio / Foto: Gorillas)