Todo empezó porque a un familiar le impusieron, por temas médicos, una reducción drástica en el consumo de sal. Cuando lo ves desde ese lado, acompañado de profesionales que te explican como de peligroso es dicho condimento blanco que tan a la ligera solemos utilizar, la decisión de cambiar de hábitos no es una opción más, es lo que toca hacer. 

Te encuentres en una situación similar o te sientas sano como una manzana, no debemos olvidar que la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda no superar los 5 gramos de sal al día. Y esto no es más que una cucharilla pequeña de café. 

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), en España, de media, se consume el doble. Vamos mal. 

Así pues, reduciendo considerablemente el consumo de sal diario el beneficio principal es proteger a nuestro corazón y sus arterias, que no es un tema baladí. 

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Foto: Pixabay

Menos tensión

La tensión arterial es la fuerza con la que la sangre choca contra las arterias al bombear el corazón. Esta presión debe ser lo suficientemente fuerte como para que empuje la sangre a cada rincón de nuestro organismo, pero no tanto como para que dañe la pared de estas arterias. Pues bien, la sal repercute directamente en este proceso y por lo tanto, un exceso de sal en nuestra dieta suma muchos puntos para sufrir hipertensión. 

Y este es el principal motivo por el que los médicos retiran la sal por completo de la dieta a las personas con este diagnóstico. Así pues, antes de llegar a no total, mejor reducir y evitar riesgos. 

Proteger los riñones

Ese exceso de sal en el cuerpo también afecta directamente a los riñones, que se exponen a un sobreesfuerzo que termina debilitándolos. La insuficiencia renal es otro problema grave al que nos enfrentamos, ya que es un órgano vital. 

Huesos fuertes

El mineral por excelencia que siempre asociamos a los huesos es el calcio. Pero, para cumplir con los niveles que necesitamos de este mineral, no solo necesitamos consumirlo, también absorberlo y retenerlo. Pues bien, la sal es una saboteadora de primera a la hora de engañar al calcio y animarla salir de nuestro cuerpo antes de haber cumplido su misión. 

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Foto: Pixabay
Menos hinchados

Sí, aquí un beneficio que se puede ver y medir a simple vista. La sal es una de las principales culpables de la retención de líquidos y, por lo tanto, si la dejamos fuera de nuestros platos, conseguiremos deshincharnos y sentirnos más ligeros. 

En casos en los que la retención de líquidos en un problema y se sienten las manos y las piernas hinchadas, dejar la sal es una de las mejores decisiones que se pueden tomar. 

Mejor evitarla

Ya que estamos sumando puntos, también hay que nombrar que ciertos estudios llevan años trabajando en la relación de un abuso de sal con ciertos tipos de cáncer, como el de estómago. Todavía no hay nada aprobado, pero cuando el agua suena…

En definitiva, después de un tiempo sin sal puedo confirmar que me siento mucho menos hinchada, algo que se aprecia incluso en la cara. Y también puedo presumir de que mis últimos análisis han salido para enmarcar. Sin duda, un sacrificio con unos resultados que bien merecen la pena.  

¿Cómo lo hago?

Si te he convencido, el primer consejo es que no lo hagas de golpe. Esto solo es válido para una persona sana, obvio. Si te lo puedes permitir, empieza a reducir las cantidades poco a poco y, sobre todo, en alimentos que ya son sabrosos de por sí. Es decir, deja unas verduras rehogadas o una lechuga de bolsa para el final. 

Hazte amigo de todo tipo de especias, ella serán las encargadas de darles sabor a tus platos sin aportar ni un gramo de sal. Si toleras el picante, todo será más fácil. Si no es tu caso, apuesta por el ajo, el cilantro, los curris o algunas hierbas aromáticas como el tomillo o el orégano. La albahaca para las ensaladas nunca falla.