El gran problema de la nutrición es que no se trata de una ciencia exacta y, por lo tanto, no hay solo una verdad. Cada persona es un mundo y lo que a unos les sienta de maravilla, a otros les repite hasta hacer que se sienten enfermos. 

Pero, también hay muchos estudios y ensayos que han demostrado los beneficios y los perjuicios tanto de alimentos en sí como de determinadas formas de cocinarlos o incluso la hora en la que son ingeridos. Y en este grupo entra la fruta

Lo que sí está claro y nadie pone en duda, es que el consumo de fruta es tremendamente beneficioso para nuestro organismo. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja introducir mínimo cinco raciones de frutas y verduras al día. 

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Foto: Pixabay

La duda surge cuando nos toca decidir cuándo tomar esa fruta, sobre todo si tenemos en cuenta toda la información que encontramos relacionada con esto. 

Vamos a intentar aclarar los temas de los que más se habla o que son más polémicos. 

  • Después de comer perjudica la digestión 

Tomar una pieza de fruta como postre es algo muy común. En parte porque después de ingerir alimentos salados o más contundentes, el dulzor y frescor de la fruta siempre es bien recibido. ¿Por qué hay quienes no la recomiendan? Porque las frutas fermentan en el estómago y esto puede provocar que la digestión sea más lenta y pesada. 

Pero esto no siempre es cierto. Por ejemplo: después de ingerir alimentos ricos en proteínas, la piña, la manzana o la papaya son beneficiosas debido a una enzima que ayuda a digerirlas. 

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Foto: Pixabay

  • No tomar fruta por la noche. 

En este caso, la principal razón que existe para no hacerlo es que puede engordar más. El motivo es que la fruta es rica en azúcares (como la fructosa) y estos, si no se consumen o “gastan” se almacenan en forma de grasa. Pero realmente las calorías que aporta la fruta son mínimas, por lo que nadie puede echarle la culpa a esos quilos de más a cenar un plátano. 

Aun así, si esto te preocupa, apuesta por frutas menos calóricas como la sandía, la fresa, las nectarinas o las ciruelas. 

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  • Desayuna con fruta

Con la teoría de un extra de energía en la mano, las mañanas pueden ser el momento ideal para el consumo de fruta. Aun así, hay varios peros. El primero, que son una fuente de fibra y no a todo el mundo le sienta bien este chute de fibra nada más abrir el ojo. 

Por otro lado, el desayuno ideal requiere algo de grasa saludable e hidratos de carbono, para que el pico de glucosa en sangre no sea tan drástico debido solo al azúcar de la fruta. Por eso, añadir una pieza de fruta está bien, pero siempre acompañado de otros elementos como un poco de pan y aceite y un lácteo. 

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  • Entre las comidas

Esta opción podría ser la ganadora, pero no por hecho de que nuestro organismo a esas horas absorba mejor los nutrientes o que la digestión sea menos pesada. El principal motivo por el que esta es una buena idea es que las otras opciones que se suelen manejar a la hora de elegir un picoteo son menos saludables. Así pues, la fruta se alza como ganadora ante galletas, dulces o alimentos procesados. 

¿La solución? Come fruta cuando te lo pida el cuerpo, aprende a escucharte y a saber cuándo te sienta mal y, ante cualquier duda, siempre sí, ya que la fruta está llena de beneficios.