Vivimos en una sociedad que cada día vive más rápido, vamos a toda prisa y es muy importante vigilar la alimentación y cuidarse. Es necesario seguir una dieta equilibrada y elegir los alimentos que más nutrientes aportan. Los lácteos han estado siempre muy presentes en nuestra rutina desde niños. Desde nuestra etapa de crecimiento hasta llegar a ser adultos los lácteos tienen un papel muy importante en la alimentación. Son buenos para nuestros huesos, nuestra vista, nos aportan energía y, hay tantas variedades, que es muy fácil introducirlos en cualquier plato y ocasión.

Los lácteos han estado siempre muy presentes en nuestra rutina desde niños

Hoy vamos a ver cómo elegir y consumir los productos lácteos para poder aprovechar al máximo sus propiedades y beneficios, minimizando los posibles problemas asociados a su consumo. Pero lo haremos especialmente pensando en todas aquellas personas que no quieren consumir queso, pero quieren seguir consumiendo lácteos.

Consumo de leche:

Dentro de los lácteos, probablemente la leche tal cual sea uno de los más cuestionables. Por eso, lo ideal sería reducir su consumo al mínimo imprescindible.

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Leche / Fuente: Unsplash
  • Por ejemplo, limitar su uso a un poco de leche para manchar el café o el té.
  • Si te gusta llenar un tazón hasta arriba, puedes probar a hacer un café largo o americano (diluido con agua) y añadir un poco de leche al final. Además, como la leche entera tiene más cuerpo, con poca cantidad cunde mucho y el resultado es bueno.
  • Si te encanta tu vaso de leche y no quieres prescindir de él, procura limitarlo a un vaso al día, preferiblemente en el desayuno.
  • Evita beber leche como si fuera agua. No te aconsejaría usar la leche para acompañar a las comidas ni para quitarte la sed.

El yogur o kéfir:

Los lácteos fermentados, por el contrario, suelen ser el tipo de lácteos menos problemáticos y que más beneficios nos aportan.

Yogur
Yogur / Fuente: Unsplash
  • Pueden formar parte de un buen desayuno completo (por ejemplo yogur con fruta, frutos secos, avena y/o semillas).
  • Pero evita que se conviertan en el protagonista de tu comida o cena, pues estaría desplazando otros alimentos importantes y necesarios que deberían formar parte de tus platos.
  • También puedes tomarlos a media mañana, como merienda o postre; pero recuerda que la fruta es aún mejor opción en estos casos.
  • No los conviertas en el recurso fácil para todos esos momentos. Existen muchas otras alternativas (fruta, frutos secos, huevo cocido, avena, etc.).
  • E intenta limitar su consumo a una vez al día como mucho. Por ejemplo: si ya has desayunado yogur, pues a media mañana, en la merienda o de postre invéntate otra cosa.

Como ves, hay formas más allá del queso que te permiten beneficiarte de todo lo que aportan los lácteos: mayor densidad ósea, disminución de la grasa corporal o mantenimiento de la energía para desarrollar tus actividades, entre otros beneficios.