Empezamos con un acertijo para arrancar los motores de los paladares más exigentes. Primera pista: abrió en 1820 y es el bar más antiguo de Barcelona. El siguiente dato es que está íntimamente ligado a la absenta, una potente bebida que se bebe con azúcar disuelto. Son muchos los turistas que quieren pisar este lugar único del corazón del Raval. Es un bar donde se embriagaba Hemingway y que también frecuentaban Picasso y Dalí. Seguro que con todas estas pistas ya sabes de qué bar estamos hablando. Exacto, el bar Marsella.

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El bar más antiguo de Barcelona tiene más de 200 años de historia

Ubicado en la calle Sant Pau, 65, en sus dos siglos de historia este bar ha dado para mucho. Se encuentra en el cruce entre las calles de Sant Pau y Sant Ramon, en el corazón del Raval, y mantiene el espíritu bohemio con el que nació: del techo todavía cuelgan las lámparas de la época, hay botellas seculares cubiertas de polvo sólido y las telarañas se ven por todas partes; entrar es hacer un viaje en el tiempo. El interior del local es un museo que mantiene la decoración y la estructura originales.

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El bar Marsella cuenta con 203 años de historia / Foto: Pickapictour

El Marsella está asociado a Hemingway, quizás porque es el personaje célebre que más frecuentó el local, pero por aquí también se dejaban caer artistas como Dalí, Picasso o Gaudí. Para la mayoría de barceloneses y visitantes, el bar Marsella está íntimamente asociado al licor de la absenta. Todavía hoy es posible pedir esta bebida de sabor ligeramente parecido al anís pero de altísima graduación. La bebida se hizo especialmente popular en el París de finales del siglo XIX entre los artistas: parece que ayudaba a la inspiración a hacerse presente. Para beberla, hay que seguir todo un ritual: se sirve con una botella de agua, un terrón de azúcar y un tenedor. Solo los más atrevidos sabrán por qué.

El Marsella está asociado a Hemingway, quizás porque es el personaje célebre que más frecuentó el local, pero por aquí también se dejaban caer artistas como Dalí, Picasso o Gaudí

Para los que van a menudo al Marsella, los dedos de polvo sobre las botellas o los carteles de la época franquista que prohíben estacionarse en las mesas o cantar no sorprenden nada. Al revés. Les sorprendería ver el techo repintado o cualquier pequeño cambio, por pequeño que sea, que alterara la pátina del tiempo. Por su parte, el personal tampoco cambia; te atiende siempre la misma gente, con la misma hospitalidad. Con esta idiosincrasia, es natural que el Marsella haya atraído la atención de personajes famosos y mediáticos.

Amenaza de desahucio hace 10 años

El mítico y bicentenario bar Marsella vivió una peligrosa situación, ya que estuvo a punto de ser cerrado y tener que trasladarse a otro local en el 2013. El propietario del edificio decidió no renovar el contrato porque quería vender todo el conjunto, incluido el histórico bar, y el Ajuntament de Barcelona intervino para comprar todo el edificio por 1,1 millones de euros, el mismo precio por el cual iba a ser vendido a uno privado. El Marsella, que recogió más de 10.000 firmas contra su cierre, tenía que ser desahuciado para posibilitar la venta del edificio sin inquilinos, pero eso dio un giro con la intervención del consistorio.

Hace décadas que el Marsella lo dirige la misma familia y, sin ningún tipo de duda, aquel angustiante aprieto de ahora hace 10 años supuso la dicotomía más difícil de su vida: cerrar o cambiar de ubicación. Después de recibir la notificación de que no loes renovaban el alquiler porque los propietarios querían vender el edificio entero, decidieron que, si al final no podían continuar, se llevarían el bar con toda la decoración. Eso sí: no se marcharían del Raval. Por suerte de todos y todas, el bar Marsella continúa de pie, en el mismo lugar de toda la vida, y seguro que dando guerra durante dos centenarios más.