Un equipo internacional ha analizado al detalle el genoma, el metabolismo, el microbioma y el epigenoma de Maria Branyas Morera, nacida en 1907 y reconocida como la persona más longeva del mundo hasta su muerte en julio de 2024, con 117 años y 168 días. El estudio, publicado en Cell Reports Medicine, abre una ventana única sobre los secretos biológicos y de estilo de vida que pueden explicar su extraordinaria longevidad.
1. Genética protectora
Aunque tenía telómeros muy cortos (un marcador típico del envejecimiento), esta mujer presentaba variantes genéticas raras y protectoras. Estaban relacionadas con:
- Una mejor función inmune.
- Protección cardiovascular,
- Resistencia cognitiva,
- Un metabolismo mitocondrial más eficiente.
Qué nos enseña el caso de Maria Branyas: Aunque no podemos escoger nuestros genes, ahora que ya se han identificado los genes protectores, lo que sí podemos imitar son sus efectos con hábitos que favorezcan el corazón, el cerebro y la inmunidad.
2. Inflamación mínima
Los análisis de sangre de Branyas revelaban niveles extraordinariamente bajos de inflamación crónica, uno de los grandes aceleradores del envejecimiento. Los marcadores inflamatorios estaban por debajo de los valores habituales en población de edad avanzada.
¿Cómo conseguirlo? Una dieta antiinflamatoria (Mediterránea), ejercicio suave y evitar factores proinflamatorios (tabaquismo, obesidad, estrés crónico).
3. Metabolismo de la grasa eficiente
Su perfil lipídico era casi perfecto: colesterol HDL alto, triglicéridos bajos y colesterol LDL en forma de partículas grandes y estables. Todo ello se asocia a menos riesgo cardiovascular y de demencia.
Claves prácticas: comer grasas saludables (aceite de oliva, pescado azul, frutos secos), reducir las grasas saturadas y hacer actividad física regular.
4. Microbioma rejuvenecido
Uno de los rasgos más sorprendentes de Maria Branyas es que tenía un intestino lleno de bifidobacterias, bacterias “buenas” que normalmente disminuyen con la edad. Además, comía tres yogures al día durante 20 años, lo que probablemente favorecía ese equilibrio microbiano.
¿Cómo reforzarlo? Con probióticos naturales (yogur, kéfir), fibra vegetal y una dieta Mediterránea.
5. Epigenética más joven
Los análisis de metilación del ADN mostraban que sus células “sentían” décadas menos de las que marcaba su documento de identidad: hasta 23 años de diferencia según algunos relojes epigenéticos.
¿Qué aprendemos de esto? Apunta a que ciertos hábitos (dieta equilibrada, ejercicio, socialización) pueden ralentizar el envejecimiento biológico.
6. Ausencia de enfermedades graves
Nunca padeció cáncer ni enfermedades neurodegenerativas, dos de las grandes causas de muerte en la vejez. Los investigadores apuntan que la combinación de genes protectores, baja inflamación y metabolismo saludable podría ser la clave.
7. Estilo de vida activo y mediterráneo
Además de los factores biológicos, su rutina incluía:
- Dieta mediterránea equilibrada,
- Sueño regular y reparador,
- Vida social activa,
- Paseos y actividades como tocar el piano, leer o hacer jardinería.