Seguro que te ha pasado alguna vez: metes tu jersey de lana favorito en la lavadora sin pensarlo demasiado y, cuando lo sacas, parece hecho para un niño. El encogimiento de la lana es un clásico en muchos hogares, y suele ocurrir por usar agua caliente, activar centrifugados agresivos o tirar de detergentes poco adecuados. Pero ojo, que no todo está perdido. Si el jersey ha encogido muchísimo y se ha convertido en fieltro, probablemente no podrás devolverlo a su tamaño original. Pero en la mayoría de los casos, con un poco de paciencia y unos trucos caseros, es posible devolverle parte de su tamaño original y salvar esta pieza a la que le tienes tanto afecto.

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Cómo recuperar un jersey de lana encogido

Conviene entender qué ha pasado cuando un jersey encoge: la lana está compuesta de fibras con una especie de "escamas" microscópicas y, con el calor, el movimiento y los productos químicos, estas escamas se entrelazan y se contraen, dando lugar al famoso efecto de encogimiento. El proceso es complicado de revertir del todo, pero sí que podemos conseguir que la pieza recupere elasticidad y se estire hasta acercarse bastante a su tamaño original.

1. Agua tibia y suavizante de pelo

Un remedio muy popular y bastante efectivo consiste en utilizar suavizante capilar. La idea es ablandar las fibras para poder estirarlas. Este método suele dar muy buenos resultados, especialmente si el encogimiento no es extremo. ¿Cómo hacerlo?

  • Llena un barreño o el fregadero con agua tibia (ni fría ni caliente).
  • Añade un buen chorro de suavizante o acondicionador para el pelo.
  • Introduce el jersey y déjalo en remojo unos 30 minutos.
  • Sácalo con cuidado, sin retorcerlo, y escurre el exceso de agua presionando suavemente.
  • Colócalo sobre una toalla grande, en horizontal.
  • Ve estirando poco a poco el tejido con las manos, tirando en todas las direcciones. Hazlo con cuidado para no deformarlo.
  • Déjalo secar en horizontal, sin colgarlo, para que no se deforme en exceso.

2. Vinagre y máscarilla capilar

Si el jersey está muy rígido, otra opción es recurrir a una mezcla de agua con un chorro de vinagre blanco y, después, aplicar una máscara capilar mientras lo estiras. El vinagre ayuda a abrir las fibras y la máscara aporta suavidad. Se suele utilizar diluido en agua (un chorro generoso en un barreño de agua tibia) y después se combina con un estirado manual. Mientras el jersey está húmedo, ponte unos guantes de goma y haz ligeros movimientos de "amasado", como si estuvieras trabajando una masa. Eso ayuda al hecho de que las fibras se relajen antes de estirar. No deja olor si después aclaras bien con agua fría.

3. Estirar y poner peso

Los tejedores y artesanos de lana usan mucho lo que llaman "blocking", que consiste en estirar la pieza húmeda y fijarla con alfileres o pesos para que seque en la forma deseada. ¿Cómo hacerlo?

  • Moja el jersey siguiendo cualquiera de los métodos anteriores (agua con acondicionador, por ejemplo).
  • Extiéndelo sobre una superficie plana cubierta con una toalla.
  • Estira hasta la medida que quieras y utiliza alfileres resistentes o incluso objetos pesados (libros, cajas) en los bordes para que no vuelva a encogerse.
  • Deja secar completamente antes de retirarlos.
  • Con este sistema tienes más control sobre las dimensiones finales, aunque requiere paciencia y espacio.

Lo que no tienes que hacer para recuperar un jersey encogido

Aunque te tiente hacer alguna cosa rápidamente, cuando ves que el jersey se ha encogido, ponte freno. Hay cosas que empeoran el estado del jersey:

  • No utilices agua caliente: solo conseguirás que se encoja todavía más.
  • No exprimas con fuerza: la lana mojada es muy delicada.
  • No cuelgues el jersey mojado: el peso del agua puede deformarlo de manera irreversible.

Lo mejor, como siempre, es la prevención. Lavar los jerséis de lana a mano, con agua fría y detergente específico para piezas delicadas o de lana. Si usas lavadora, selecciona el programa de lana o delicados y mete la pieza en una bolsa de rejilla. Y, por descontado, evita la secadora: es el enemigo número uno de la lana.