Si te has preguntado alguna vez “¿cada cuánto debería lavarme el pelo?”, debes saber que no existe una frecuencia exacta para todos. Cada día, dos veces por semana, una a la semana, ¡una al mes! Cada persona adquiere unos hábitos, y esos hábitos los considera el estándar, y otras prácticas se antojan extraña o antihigiénicas. Pero es que el consenso no ha existido nunca: ya en la Antigüedad y la Edad Media había debates y opiniones sobre cuándo y cuántas veces lavarse la cabeza. 

¿Qué decía la ciencia entonces y qué dice ahora sobre cuándo lavarme el pelo?

Lavarse el pelo en el pasado

Para los médicos grecorromanos, y tras ellos sus herederos medievales, la higiene corporal era algo más que higiene. Un baño era más que un baño, y lavarse la cabeza era más que lavarse la cabeza. Todo ello era salud. La higiene te ponía en contacto con aguas y temperaturas frías o caliente, y ello alteraba los humores internos (que, ellos pensaban, eran las sustancias que llevábamos dentro y determinaban la salud y la enfermedad).

Para esos médicos, por tanto, era importante lavarse la cabeza, pero con determinadas condiciones: no con aguas frías, no por las noches, no más de una vez a la semana… pero claro, nadie hacía mucho caso. Cada cultura lo vivía a su manera. En el Mediterráneo, algunos monjes rigoristas recomendaban lavársela lo imprescindible, mientras que los primeros monjes irlandeses llevaban largas melenas que lavaban dos y tres veces a la semana, si no más.

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Aunque no tuvieran ducha, en el pasado también se lavaban la cabeza. Imagen: TKasperova.

Pero, en última instancia, durante el medievo se acabó alcanzando un hábito más o menos general de lavarse la cabeza una vez a la semana.

Qué me dice la ciencia hoy sobre lavarse el pelo: la clave son las glándulas sebáceas

¿Era asquerosa esa práctica antigua? No necesariamente. La clave del asunto, entienden hoy los científicos, es la producción de sebo. Nuestro cuero cabelludo tiene unas glándulas sebáceas que producen grasa. Esa grasa protege la piel y envuelve el pelo para protegerlo de las agresiones externas (el aire, el sol, el polvo). Pero, al mismo tiempo, esa grasa captura células muertas y bacterias, de modo que, si se acumula y no se retira, acaba oliendo mal y causando irritaciones y problemas en el cuero cabelludo.

¿Cuál es el problema? Que con las facilidades del agua corriente en casa y el champú barato e industrial, hemos pasado a lavarnos la cabeza mucho más a menudo, de forma mucho más agresiva, por lo que eliminamos mucho de ese sebo, quizá demasiado. Y, como explicaba la dermatóloga Lynne Goldberd, del Boston Medical Center, lavárselo demasiado acaba secando el cuero cabelludo y obligándolo a producir más grasa de la normal. Así que, a la larga, ese pelo se ensucia mucho más rápido, lo que obliga a seguir lavándolo con frecuencia.

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Lavarme el pelo muy a menudo me obliga a seguir haciéndolo. Imagen: Helen Ross.

El consenso científico, pues, es que no existe una frecuencia estándar real: depende de las personas, su tipo de pelo, y su producción de sebo. El dermatólogo David Saceda, de la AEDV (Asociación Española de Dermatología y Venereología) no cree que haya problema con los lavados diarios, y explica que

“Hay personas que tienen un cabello que necesitan lavar todos los días, especialmente los hombres, porque producen más grasa”.

A las personas con el pelo largo y liso se les ensucia rápido, porque la grasa se extiende con más facilidad hasta las puntas, y deberían lavarse la cabeza entre dos y tres veces a la semana, mientras que las personas con pelo rizado pueden aguantar más días sin necesidad de lavárselo, y quizá con un lavado semanal pueden tirar bien. Más importante que la frecuencia exacta es el uso de champús suaves que no dañen el pelo ni el cuero cabelludo.

En general, la clave es no lavarme el pelo ni demasiado como para fastidiar mi protección sebácea del cuero cabelludo, ni tan poco como para que esa grasa empiece a oler por las bacterias acumuladas. ¿Cada cuánto te la lavas tú?