Tal día como hoy del año 1940, hace 80 años, en el contexto del primer año posterior a la ocupación franquista de Catalunya y conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), se producía el misterioso atropello mortal de un espía que, durante el conflicto, había sido un informante de los rebeldes infiltrado en Catalunya. La prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 03/08/1940) lo publicó en una discreta nota en la página "Vida de Barcelona".

Aquella discreta nota, titulada “Muerte de un camisa vieja”, decía: “Ayer, en la Avenida de José Antonio (Gran Via de les Corts Catalanes), halló muerte víctima de un atropello automovilístico Primitivo de Miguel Tapias, camisa vieja sublevado (?) el 18 de julio, agente en zona roja, que sufrió persecución por su amor a España. Era delegado del subsector del Distrito II de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.”. Aquella nota no hacía mención de ninguna detención, ni de la apertura de una investigación.

Aquel misterioso atropello (la prensa no utiliza los términos "asesinato" u "homicidio", ni apunta hacia la posibilidad de un atentado o de un simple accidente) se produjo en un especial contexto de depuración dentro del bando franquista; que tenía su origen en los primeros meses del conflicto civil, cuando la Junta de Burgos (el gobierno golpista) había promulgado el decreto de unificación de todas las fuerzas políticas y sindicales adheridas al bando rebelde en el Movimiento Nacional (19/04/1937).

Los falangistas más radicales se habían resistido a perder su identidad y el general Franco lo había resuelto con la detención, juicio y condena a muerte (conmutada por cadena perpetua) de su líder Manuel Hedilla Larrey (julio de 1937), sucesor del fundador Primo de Rivera. En aquella operación de desarticulación habían sido detenidos y encarcelados —"por rojos"— unos 600 falangistas radicales (partidarios de no acatar el decreto de Franco), que, reveladoramente, eran nombrados "camisas viejas".