Tal día como hoy del año 1844, hace 177 años, moría en Florencia (entonces ducado independiente de Toscana) Giuseppe Buonaparte Ramolino, que había sido rey constitucional de España entre 1808 y 1813 con el nombre de José I. Giuseppe Buonaparte había nacido en Corte (en el centro de la isla de Córcega), el año 1768, y era el hermano mayor de Napoleón, emperador de Francia entre 1804 y 1814 y, posteriormente, durante unos meses del año 1815. Precisamente la condición de hermano de Napoleón lo había llevado al trono de Madrid: el año 1808 el emperador de Francia compró la Corona española a los reyes Carlos IV y Fernando VII y puso, en su lugar, a José.

Pero José I no reinó nunca en Catalunya. Una vez formalizada la compra de la Corona española, Napoleón separó del reino español el territorio del Principado de Catalunya, y lo incorporó al Imperio francés. Desde el 1808 ―de facto― y y desde el 1812 ―de iure― y hasta 1814, Catalunya fue un territorio más del Primer Imperio francés: fue dividida en cuatro prefecturas; la administración pública fue provista por funcionarios ―catalanes y franceses― nombrados desde París; y Barcelona fue convertida en la gran capital del Midi francés (era la ciudad más poblada de la mitad sur de Francia y la tercera del conjunto del Imperio).

Durante el efímero reinado de José I se impulsaron importantes medidas que pretendían modernizar el reino español. Entre otras cosas, José I fue el primer rey constitucional de la historia de España: promulgó la Carta de Bayona (1808) que se anticipaba cuatro años a la Constitución de Cádiz (1812). Pero, sorprendentemente, es uno de los personajes más maltratados por la historiografía española, que siempre lo ha considerado a un rey intruso. Y no obstante, José I, tenía ―por lo menos― la misma legitimidad que la que había tenido Felipe V, el primer Borbón hispánico, coronado rey de las Españas el año 1700 en la corte de Versalles con un testamento falsificado.