Tal día como hoy del año 1783, hace 239 años, en el Teatre de la Santa Creu de Barcelona, situado en la Rambla, se daba el pistoletazo de salida de la primera temporada de ópera de la historia de Barcelona. Aunque desde 1750 se celebraban representaciones operísticas, no sería hasta 1783 que se consolidarían y quedarían establecidas en el calendario anual del Teatre. El Teatre de la Santa Creu había recogido la iniciativa de la Casa de la Llotja, que el año 1707 había acogido la primera representación de ópera de la historia peninsular. En la Sala de Contractacions se había representado una obra del veneciano Antonio Caldera, que había sido el obsequio de bodas del Consell de Cent a Carlos de Habsburgo, el candidato de los catalanes al trono hispánico en la Guerra de Sucesión (1705-1715).

El Teatre de la Santa Creu era un edificio de espectáculos construido a finales del siglo XVI por iniciativa del Hospital de la Santa Creu. En aquella época, era frecuente que los hospitales crearan y explotaran teatros como un medio para financiar la actividad hospitalaria. Al inicio fue llamado Casa i Corral de les Comèdies y sus promotores tuvieron que superar numerosos obstáculos (la oposición del clericato local y del gobierno municipal) hasta desarrollar su actividad con normalidad. El año 1597, cuando el teatro era, todavía, una construcción de madera, el Consell de Cent ordenó el derribo alegando que el Hospital no había obtenido, todavía, los permisos. Lo cierto, sin embargo, es que, en ocasiones, después de las representaciones se producían importantes disturbios.

El año 1603 fue culminada su reedificación, esta vez como un edificio estable de piedra y madera, que acogía un patio con tres pisos y varios palcos. La documentación de la época apunta que era un edificio cubierto (el primero y el único teatro cubierto de la península Ibérica) e iluminado con unos grandes ventanales. Durante aquel siglo XVII se hicieron varias obras de ampliación (se añadieron dos pisos y el gallinero). En 1787, cuatro años después del inicio de la temporada regular de la ópera, el Teatre sufrió un incendio devastador que sólo dejó en pie la fachada. No obstante, mientras duró la reconstrucción (1787-1789), se construyó un edificio efímero de madera al lado de las obras, para continuar con normalidad las temporadas teatral y operística.