Tal día como hoy del año 1812, hace 210 años, y en el contexto de la etapa de incorporación del Principado de Catalunya al Primer Imperio francés, se libraba el Combate de Altafulla, que enfrentó el ejercido francés en Catalunya, comandado por los generales Mathieu y Lamarque con las tropas rebeldes antifrancesas, comandadas por el general Ibañez-Cuevas, barón de Eroles, un personaje de ideología absolutista y antirrevolucionaria que combatía el legítimo régimen bonapartista desde la clandestinidad. Aquel combate se libró en ambos lados del puente del río Gaià, entre Altafulla y Tamarit; y, después de varias horas, se saldó con la retirada de los rebeldes, que abandonaron a los muertos, los heridos y las piezas de artillería. Según algunas fuentes, los rebeldes perdieron a unos 2.000 hombres, que representaban más de la mitad de sus fuerzas militares.

La victoria bonapartista en Altafulla certificó el fin de reductos rebeldes en la fachada costera catalana

El resultado de aquella batalla representó el fin del último reducto rebelde en la fachada costera catalana. Poco antes, las tropas de Ibañez-Cuevas habían fustigado los convois napoleónicos de víveres y de armamento que aprovisionaban Tarragona (que, hasta junio de 1811, había sido la última plaza militar en manos de los rebeldes). La derrota de Altafulla, certificaba el fin de la existencia de tropas rebeldes mínimamente organizadas en el sur de Catalunya; y, desde aquel momento, el régimen napoleónico pasaría a controlar la totalidad de la fachada costera catalana, desde Roses hasta Sant Carles de la Ràpita. No obstante, los rebeldes seguirían controlando las zonas montañosas del sur del país (sierras del Montsant, de Prades, de la Llena, y del Tallat); y abandonarían el modelo de batalla convencional, sustituyéndolo por el sistema de guerrilla.