Tal día como hoy del año 1857, hace 164 años, la locomotora La Porteña hacía el primer trayecto de la historia ferroviaria de Argentina. Aquella locomotora, construida en los talleres de la Railway Foundry —de Leeds (Anglaterra)— cubrió un trayecto de 10 kilómetros entre la Estación del Parque —donde actualmente está el Teatro Colón- hasta la Estación de la Floresta —en el centro de la antigua villa de San José de Flores, uniendo el centro de Buenos Aires con las poblaciones situadas en el oeste de la ciudad.

La Porteña cubriría el trayecto inicial con 30 minutos, la mitad del tiempo que utilizaban los coches de viajeros tirados por caballos, y la cuarta parte de lo que empleaban los carros de transporte trazados por mulas. En aquella ceremonia inaugural, el estadista argentino de origen vasco Juan Bautista Alberdi, autor de la Constitución argentina de 1853, proclamaría que El ferrocarril es el medio de dar la vuelta al derecho lo que la España colonizadora colocó al revés en este continente”.

Aquella formidable empresa fue iniciativa de la Sociedad Anónima del Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste, que había sido constituida cuatro años antes (1853) por un grupo de inversores de orígenes diversos. No obstante, en aquel grupo destacaban Felipe Llavallol y sus hijos (descendientes de Jaume Llavallol, nacido en Barcelona), Antoni Miró y sus hijos (descendientes de Antoni Miró, nacido en Gerb de la Noguera) y Valentí Alsina y sus hijos (descendientes de Joan Alsina, nacido en Barcelona).

Los Llavallol, los Miró, y los Alsina, formaban parte de la élite del "barrio catalán" de Montserrat -de Buenos Aires; una comunidad que había sido catalanohablante durante varias generaciones (se estima que entre 1750 y 1820), que había tenido un papel muy relevante en la Revolución y Guerra de la Independencia de Río de la Plata (1810-1814) y que, con la creación de aquella república, se había convertido en un principales impulsores de la industrialización y de la modernización de la economía argentina.