Tal día como hoy del año 1496, hace 525 años, Bartolomé Colón ―hermano de Cristóbal Colón― fundaba oficialmente la ciudad de La Nova Isabela (actualmente Santo Domingo), situada a nivel del mar en la costa sudeste de la isla Española, sobre un asentamiento efímero anterior que databa de la empresa colonizadora desplegada durante el segundo viaje colombino (1493). La Nueva Isabela fue fundada con el propósito de reunir en un solo emplazamiento toda la administración colonial colombina; es decir, para hacer las funciones de capital de la colonia. Y en el acto fundacional Bartolomé Colón nombró alcalde de la ciudad al tarraconense Miquel de Ballester.

Ballester (Tarragona, 1459 – Santo Domingo, 1516) era hijo de Joan de Ballester, alto funcionario de la cancillería catalanoaragonesa en Barcelona, originario de Manacor (Mallorca), y de Francina de Taranau, miembro de una poderosa estirpe de comerciantes judíos conversos de Barcelona. No obstante, la vida de Ballester transcurriría lejos de la vieja Tarraco: su participación en el segundo viaje colombino (1493), al lado de Antoni de Torres, capitán de la Marigalant (el buque insignia) y su condición de persona de confianza de los Colón en el proceso colonizador ―político, militar y económico― de la Española, dibujan el perfil de un hombre de mundo y de un viajero incansable.

Ballester fue, también, el primer empresario en el Nuevo Mundo: introdujo y poner en funcionamiento un sistema de producción industrial que consistía en la obtención del azúcar chafando la caña con la fuerza motriz del agua. Aquella técnica ya se utilizaba, con anterioridad, a los latifundios de caña azucarera de Gandía (País Valencià), propiedad de la poderosa familia Borja (uno de los vértices de la empresa colombina). Ballester ejerció como alcalde hasta que, el año 1500, la monarquía hispánica fabricó un golpe de estado contra los Colón y su entorno político y social, con el objetivo de usurpar la totalidad de recursos que generaba la empresa americana.