Tal día como hoy del año 1929, hace 91 años, José Calvo Sotelo, ministro de Economía y Hacienda del régimen dictatorial de Primo de Rivera, autorizaba la creación del Banco Exterior de España, la primera entidad bancaria de la península Ibérica destinada, exclusivamente, a la financiación de la exportación. Aquel banco se creó sobre el proyecto de los banqueros catalanes Evarist Fàbregas y Eduard Recasens, principales accionistas del Banco de Reus, entidad matriz del holding bancario catalán formado por el Banco de Barcelona, el Banco Mercantil de Tarragona y el Banco de Tortosa.

Aquella operación se llevó a cabo en un contexto de liderazgo de la entidad reusense en el panorama bancario catalán; y, también, por la buena relación personal entre Fàbregas i Recasens y el ministro Calvo Sotelo. Cuando se autorizó la operación, el holding liderado por el Banco de Reus —que operaba con el nombre comercial Banco de Cataluña, la entidad de Fàbregas y Recasens era una de las cinco principales entidades financieras del estado español: había colaborado en la creación de las petrolíferas públicas Campsa y Cepsa, y gestionaba en exclusiva los cobros, pagos y depósitos de estas dos compañías.

Con la creación del Banco Exterior de España se pretendía impulsar la exportación de productos industriales catalanes a los principales mercados mundiales; y, según algunos historiadores, era la punta de lanza del proyecto de Eduard Recasens que ambicionaba crear un banco central español de carácter privado con sede en Catalunya. Eso sería lo que explicaría que, incluso, un año antes —mientras se negociaba el proyecto— los bancos del norte peninsular Urquijo, Bilbao, Vizcaya y Santander (los grandes rivales del Banco de Reus) formaran una alianza con el propósito de controlar la nueva entidad.

Fàbregas y Recasens respondieron con la creación de una alianza bancaria catalana que sería llamada Sociedad Anónima del Crédito Peninsular y Americano (agosto, 1928), y que obtendría la adjudicación del nuevo banco (marzo, 1929). Los bancos del norte peninsular lo entenderían como una declaración de guerra; y cuando se proclamó la II República española (abril, 1931), Indalecio Prieto (ministro socialista de Hacienda) y Horacio Echevarrieta (padrino político de Prieto, amigo personal del rey dimisionario Alfonso XIII, y gran accionista de los rivales del Banco de Reus) urdieron y provocaron la quiebra de la entidad reusense, y se hicieron con el control del Banco Exterior.