Tal día como hoy, hace 509 años, se firmó el Tratado de Blois (Francia) que era el acuerdo nupcial entre Fernando de Aragón (entonces viudo de Isabel de Castilla) y Germana de Foix (sobrina del rey de Francia). Este acuerdo manifestaba que el heredero resultante se convertiría -a la muerte de Fernando- en rey de la Corona de Aragón. En ningún caso se hacía referencia en la corona castellana. Y poco después cuando nació el primero y único hijo de la pareja -Juan (1509)- fue automáticamente titulado príncipe de Girona, que era la dignidad que ostentaban los herederos al trono catalano-aragonés.

Hay que aclarar, sin embargo, que quien menos creía en el proyecto hispánico eran las élites castellanas. A la muerte de Isabel, las Cortes de Castilla pusieron a Ferran de patitas en la calle, con aquella expresión que ha hecho historia: "Viejo catalanote, vuélvete a tu nación". Coronaron reina a la hija mayor -Juana "la Loca"- y le entregaron el gobierno al yerno germánico -Felipe "el Hermoso")-. Se desentendían del proyecto hispánico y se proyectaban hacia el horizonte alemán. Y, sin saberlo, asentaban el precedente histórico -y cultural- de la cita contemporánea de Esperanza Aguirre "antes alemanes que catalanes".

Fernando también renunció al proyecto hispánico. Su diplomacia se fue a la Corte de París a buscar una princesa. El doble propósito era engendrar un heredero que sería el continuador de la estirpe real catalano-aragonesa, y conseguir la complicidad de Francia en un futuro proyecto de unificación europea que partiría de este retoño. Juan -el hijo de Fernando y Germana- murió a las pocas horas de nacer. Y con él murió también la última ambición de Fernando: reubicar sus Estados en la primera división de las potencias europeas, recuperando el papel destacado que habían tenido en la Edad Media.