Tal día como hoy del año 1713, hace 304 años, el rey Felipe V, el primer Borbón hispánico, firmaba el decreto Orry de reorganización administrativa, territorial y tributaria de sus dominios en la península ibérica. Este decreto, presentado al rey tres días antes, había sido redactado íntegramente por el funcionario francés al servicio de Felipe V Jean Orry, que Luis XIV de Francia, abuelo y valedor del primer Borbón hispánico, había colocado oportunamente en Madrid para tener el control de la hacienda real española. Jean Orry y Marie-Anne de la Tremoïlle, princesa de los Ursinos y camarera de la reina, serían los personajes más influyentes y poderosos de la corte de Felipe V durante el conflicto de Sucesión hispánico (1705-1715), que enfrentaba a Borbones y Habsburgo por el trono de Madrid.

Cuando se redactó, presentó y firmó el decreto Orry, Catalunya todavía no había sido sometida al dominio borbónico. El decreto se anticipaba a un escenario que no se materializaría hasta pasados diez meses. Reveladoramente, como lo haría el general Franco dos siglos más tarde, en 1938, cuando liquidó la Generalitat de Catalunya sin tener el control efectivo sobre el país. El decreto Orry, inspirado en el modelo territorial de los Borbones franceses, que con poco menos de un siglo había arrasado el sistema foral francés, se anticipaba, también, a la aplicación de la Nueva Planta, en enero de 1716. El decreto, confirmado por la Nueva Planta tres años después, reducía Catalunya a la categoría de simple provincia administrada directamente desde las secretarías de Estado de la cancillería de Madrid.

Real Cédula de implantación de la Nueva Planta en Catalunya / Wikipedia

Inicialmente, el decreto Orry afectó también a las estructuras de gobierno de Castilla. Perseguía una centralización del poder tan radical que no preveía la supervivencia de ninguna institución ajena al control directo del rey. Pero la muerte prematura de la reina Maria Luisa de Saboya, primera esposa de Felipe V, y la llegada de la nueva reina Isabel de Farnesio (1714) provocaron un descalabro en los equilibrios de poder cortesanos. Orry y la Ursinos fueron desterrados y las oligarquías castellanas aprovecharon la transición para parar la pérdida de poder a las que las sometía el régimen borbónico. Un gran pacto entre el Borbón y las oligarquías cortesanas permitiría revitalizar las instituciones castellanas e imponerlas a los países de la Corona de Aragón como nuevo modelo de dominio borbónico.

 

Imagen principal: Portada de uno de los decretos de Nueva Planta / Enciclopèdia