Tal día como hoy del año 1708, hace 313 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), el ejército borbónico francocastellano, comandado por Felipe de Orleans (primo de Felipe V, el primer Borbón hispánico) y por James Fitz-James Stuart, duque de Berwick, forzaba la capitulación de la ciudad de Tortosa después de un asedio de treinta días.

El ejército borbónico estaba formado por 40.000 efectivos procedentes de las coronas de Castilla y de Francia, y la resistencia austriacista estaba integrada por 5.000 hombres reunidos por la Coronela de Tortosa, comandada por el procurador jefe de la ciudad —el equivalente a alcalde—, Ignasi Minguella, el ejército de la Generalitat, comandado por el teniente coronel Francesc Montagut y un regimiento de tropas inglesas bajo el mando del general Jones.

Acto seguido a la ocupación de la ciudad, Felipe V ordenó el derribo del arrabal de Remolins —el barrio mercantil de la ciudad-— y ordenó, también, sembrar el suelo con sal, a título de escarmiento simbólico que pretendía lanzar el mensaje inequívoco de que Tortosa nunca más volvería a ser lo que había sido.

Una parte importante de los vecinos del barrio derribado se dirigieron al delta del Ebro, entonces un paraje virgen y deshabitado, y se establecieron sobre una pequeña duna en el centro de aquel espacio. Aquellos vecinos de Remolins, desahuciados por el régimen borbónico, serían los primeros colonos del Delta y los primeros agricultores que rellanarían las tierras y cultivarían las primeras fincas.