Tal día como hoy del año 1858, hace 166 años, en un paraje rural denominado Guarrazar, en el pueblo de Guardamur (Castilla-La Mancha), un campesino de la zona encontraba la segunda remesa, y la más importante, del tesoro oculto de la monarquía visigótica hispánica (siglos VI a VIII). La primera había aparecido dos días antes, después de que unas lluvias torrenciales hubieran provocado un desprendimiento que dejó al descubierto dos cajas tapadas con la lápida de un difunto llamado Crispinus. Aquellos campesinos empezaron a vender las piezas a joyeros locales y franceses, que las desbarataron en sus obradores. No obstante, la prensa se hizo eco de aquel descubrimiento y del destino de algunas de aquellas piezas, y a partir del escándalo el Gobierno reunió la parte no vendida y la depositó en el Museo Arqueológico de Madrid.
Aquel grupo de piezas, formado por coronas, cruces y joyas votivas, era el tesoro de la monarquía visigótica en el momento en que colapsó. A inicios de julio del 711, el ejército árabe del general Táriq atravesaba el estrecho de Gibraltar, llamado por la facción del terrateniente Agila, de la Tarraconense, contraria al rey Rodrigo y a sus partidarios. Rodrigo estaba combatiendo a los vascos, y al tener conocimiento del desembarco árabe, desvió a sus tropas hacia el sur peninsular. Pero no pudo impedir la derrota de Guadalete (711). Táriq buscó infructuosamente el tesoro (en aquella época los reyes, a menudo, viajaban con sus pertenencias, porque rodeadas por la guardia real era donde estaban más seguras).
Como no lo encontró, emprendió viaje hacia Toledo, la capital del reino visigótico. Pero Agila y sus partidarios, llegarían antes y lo ocultarían en el monasterio de Santa María de Sorbaces (actualmente desaparecido). Táriq, contrariado por no poder cobrar los servicios que había prestado a Agila, pidió permiso al califa de Damasco para conquistar la península Ibérica (había hecho el camino entre Córdoba y Toledo sin encontrar ningún tipo de resistencia). La respuesta del califa fue negativa, pero Táriq estaba tan decepcionado que no obedeció al califa. El 714 atravesaba el Ebro, el 717 saltaba los Pirineos, y el 724 conquistaba Narbona, Magalona y Nimes, los reductos más septentrionales de la extinta monarquía visigótica hispánica.
Los intermediarios que trataron con los campesinos que habían encontrado el tesoro (1858) colocaron una parte muy importante del lote al patrimonio histórico francés. Desde 1860 se expone al museo Cluny de París. Durante el siglo y medio largo desde el hallazgo, los gobiernos españoles, reveladoramente, nunca lo han reclamado.