La respuesta de decenas de miles de personas este sábado, en las calles de Barcelona, protestando contra la guerra de Gaza, convierte a la capital catalana en un foco de referencia internacional. Y se produce justo en un momento en que el plan de paz de Donald Trump tiene una mínima posibilidad de prosperar al haber aceptado tanto Netanyahu como Hamás que hay un marco para resolver el histórico conflicto en Oriente Medio. Trump ha hilvanado una mínima tregua en la que la organización terrorista acepta entregar a los rehenes que aún están en su poder desde los hechos del 7 de octubre de 2023 y el primer ministro israelí ha frenado los ataques en la ciudad de Gaza.
Las calles de Barcelona y el centro de la ciudad congregaron realmente a una riada de gente, como hacía tiempo que no se veía. Fue la culminación a unas jornadas de protesta en las que han participado de manera muy especial sectores universitarios y todo tipo de organizaciones asociativas en un nuevo "No a la guerra", al que también se sumaron diferentes partidos políticos. Aunque la Guardia Urbana cifró a los asistentes en 70.000 personas y los organizadores en 300.000, lo cierto es que la movilización para que se acabe el conflicto armado en Gaza era impactante tanto por su amplitud como por la presencia de tantos jóvenes en la marcha.
Las calles de Barcelona y el centro de la ciudad congregaron realmente a una riada de gente, como hacía tiempo que no se veía
Mientras eso pasaba en Barcelona, en Washington, el presidente Trump trata de hacer equilibrios para que el incipiente acuerdo no se le vaya de las manos. El gobierno Netanyahu espera con un enorme escepticismo ver como se desarrollan los próximos días, ya que la presión de Trump está maniatando, hasta la fecha, cualquier posibilidad de desmarcarse. Mientras, el presidente norteamericano proclama que Hamás está preparado para una paz duradera, una valoración, sin duda, exagerada, pero que tiene como destinatarios tanto a Israel como a la comunidad internacional. A los primeros, para que no sean ellos quienes den la más mínima excusa a Hamás, y a los países más activos en la resolución del conflicto para que ayuden a que Hamás rebaje expectativas que aún tiene, como la oposición a la entrega de las armas.
El primer momento clave será, sin duda, el inicio del cese inmediato de los combates y la entrega de los rehenes, vivos y muertos, que debería producirse 72 horas después. Ese acuerdo Hamás lo que querrá vincular a que se den determinadas condiciones como la retirada de Israel de Gaza. Es bastante obvio que todo eso requiere tiempo, algo de lo que no dispondrá Trump, y de ahí su apremio a que los pasos se den con celeridad. Eso sin entrar en el resto de los 20 puntos del plan de paz que tienen aspectos que Hamás ha ido filtrando que no va a aceptar. Todo ello obliga a la prudencia, pero lo cierto es que después de muchos años hay un punto de optimismo. Pero también es verdad que, después de tantos fracasos anteriores, cualquier cautela es poco.