Hace falta una estrategia para defender el catalán. El Govern la tiene que encontrar con la máxima urgencia y empezar a dar una respuesta adecuada y contundente a las intolerables acusaciones que se vierten a diario contra el catalán, la inmersión y la comunidad educativa. Aquellos que esperaban tiempos placenteros, más de gestión que de política, han quedado desarbolados por el frentismo que ha desatado la sentencia del Tribunal Superior de Catalunya implantando el 25% de castellano. Hagan el favor, dirigentes de Esquerra Republicana y de Junts per Catalunya, de tener altura de miras y abordar el tema de la supervivencia del catalán sin tirarse los platos a la cabeza y dejen de ofrecer respuestas fáciles y simplistas como si se tratara de la ampliación del aeropuerto, por muy importante que sea, o cualquiera de las miles de disputas que mantienen abiertas.

Porque aunque el Govern no se haya dado cuenta, o prefiera no darse cuenta, el españolismo rampante instalado en todos los resortes de poder sabe muy bien lo que tiene que hacer. Y no va a dar un paso atrás con lo que le ha costado alinear tribunales, medios de comunicación, partidos políticos y creadores de opinión detrás de la pancarta contra el catalán. Desde que se abrió la veda contra la lengua, en este nuevo capítulo en que lo más suave que se dice es que existe un "apartheid lingüístico en Catalunya", el catalanismo ha ido detrás en la estrategia, en el discurso y en la respuesta. Es fácil verlo hablando solo de este lunes. Pablo Casado ha anunciado que visitará Barcelona este martes para reunirse con asociaciones que se definen defensoras del bilingüismo; Isabel Díaz Ayuso, la lideresa del PP, ha ofrecido escolarizar inmediatamente en escuelas madrileñas a los niños catalanes que lo deseen; el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, del PSOE, ha pedido el cumplimiento de la sentencia y que se acabe "la intimidación a los niños" y que próximamente el organismo que dirige dará respuesta a las quejas que ha recibido. Podría seguir, pero ¿no hay ya suficiente?

Todo ello, acompañado de la correspondiente traca mediática, española y catalana, en medio de una CCMA desmantelada, donde los máximos cargos de TV3 y Catalunya Ràdio están más pendientes de la fecha en que acaban su mandato, y que, también es verdad, pesa menos de lo que pesaba. Por no hablar de los grandes grupos de comunicación privados catalanes con ediciones de papel, La Vanguardia y El Periódico, donde se da incluso la paradoja de que tienen ediciones en catalán pero lo que menos defienden es la lengua. ¿Alguien se imagina que El País, El Mundo o el ABC no defendieran el castellano? Pues eso pasa aquí con el catalán.

Insisto: es necesario que el Govern ejerza un liderazgo en esta materia. La sociedad catalana lo está esperando con expectación. No convocando manifestaciones, cosa que ya harán los partidos, las entidades y la comunidad educativa, sino poniéndose institucionalmente al frente de la salvaguarda del catalán. La inmersión como fórmula educativa es en Catalunya una historia de éxito, no ha fracasado, y esto no debe confundirse con que el catalán cada vez se hable menos en la calle. Hay que apuntalar los cimientos de la escuela catalana, que otros quieren derruir al precio que sea. Y hacerlo con la dignidad esperable ante un reto como este pero también con la responsabilidad ineludible que tiene y que no es delegable, ni traspasable.