En poco menos de 24 horas se han producido dos situaciones que explican a la perfección por qué la situación española es la más preocupante del continente y empieza a ser motivo de honda preocupación en muchas cancillerías, empezando por Berlín, donde el gobierno alemán ha filtrado su alarma. La primera tiene que ver con la parsimonia con la que se adoptan las decisiones: nueve comunidades autónomas están pendientes desde el viernes de que se reúna el Consejo de Ministros para que se apruebe el estado de alarma que permite adoptar medidas territoriales de lucha contra la pandemia, incluido el toque de queda. Parece que es motivo suficiente para priorizar una respuesta rápida ya que las cifras no dejan de crecer. Pues no. El consejo, que es un mero trámite y se podría incluso solventar telemáticamente en unos minutos, ha sido retrasado hasta el domingo.
El sábado Pedro Sánchez tenía una audiencia con el papa Francisco —la primera— en el Vaticano y el frame informativo del día tenía que ser este, aunque se pudieran mantener en la agenda ambas cosas o, incluso, se hubiera podido pensar en aplazarla, dada la imparable escalada prácticamente en vertical de la pandemia. Se entiende ahora perfectamente la comparecencia de Sánchez desde la Moncloa del pasado viernes, absolutamente hueca, pero que servía para tapar la no convocatoria del Consejo de Ministros este sábado. Los que señalan que se está trabajando en el real decreto y el resto de disposiciones para el estado de alarma y el toque de queda, más vale que callen, ya que solo ponen de manifiesto la absoluta falta de previsión.
Por si no fuera suficiente, este sábado nos ha dejado una imagen deplorable para quien predica una y otra vez la máxima y estricta vigilancia de las medidas de seguridad. La audiencia papal y el recorrido por las estancias vaticanas sin mascarilla y sin distancia social es una auténtica bofetada para todo el colectivo sanitario, que no deja de predicar el máximo rigor posible y luchar contra el cansancio de la sociedad. Hay imágenes que hacen mucho daño y esta es una de ellas, ya que tiende a relativizar los mensajes que la comunidad científica viene propagando y a minusvalorar el delicado momento que se observa con los datos de nuevos contagios, riesgo de rebrote y tasa de transmisión.
En unos momentos en que se teme que la situación pueda acabar siendo igual que la de la pasada primavera y cuando expertos como el doctor Trilla señalan que estamos más cerca del descontrol que de recuperar el control, quizás que se dejen de fotos antes de que sea demasiado tarde.