Nunca un retroceso electoral ha tenido un sabor tan dulce como el de este domingo por la noche en Galicia para el Partido Popular. Con las espadas en alto, el aznarismo afilando los cuchillos y Pedro Sánchez prometiéndoselas muy felices a partir de los vaticinios del CIS de Tezanos, Alberto Núñez Feijóo ha salido vivo. Es más: ha salido triunfante. Se mire por donde se mire, el PP ha revalidado la mayoría absoluta, con dos escaños por encima de los 38 necesarios. Cierto que ha perdido 2, pero es más una anécdota que un dato político. El desconocido Alfonso Rueda seguirá de presidente; el BNG, con su candidata Ana Pontón, ha sentado, quizás, las bases para una victoria futura al emerger como la única alternativa en Galicia a las mayorías absolutas de los populares; y el PSOE se ha pegado un castañazo descomunal, inapelable, con un porcentaje de votos inferior al 15%.

La noche electoral en Galicia, al final, no ha sido muy diferente a lo que suele ser habitual, ya que desde 1989 solo en una ocasión se le ha resistido al PP la mayoría absoluta. El suspense ha durado más bien poco, ya que ni las primeras encuestas con los colegios electorales cerrados, ni el avance electoral daban un ápice de opciones a una alternancia de gobierno. Incluso los voceros de la izquierda carecían del empuje de otras noches, como la del reciente 23 de julio, en que las urnas dieron un vuelco total a las encuestas. De allí salió un Feijóo debilitado, cuestionado y muchos creían que amortizado. Este domingo, 18-F, era el día de su ejecución, decía el aznarato. Aún está muy reciente el artículo de Zarzalejos de finales de semana dándolo por muerto.

Ahora, ha realineado sus centurias frente a la todopoderosa presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. A Feijóo le viene un ciclo electoral positivo que se iniciará con las europeas, donde tendrá una victoria holgada frente al PSOE, y seguirá con las catalanas, donde las encuestas ya le dan un crecimiento importante. En las vascas, que serán alrededor de junio, tiene poco que pelar, pero también crecerá. Un contexto en el que tendrá el viento a favor mientras el PSOE de Pedro Sánchez lo tendrá todo en contra, como ya ha visto en los meses que lleva de legislatura. El hiperliderazgo del presidente del Gobierno impedirá, seguramente, un debate a fondo sobre la debacle electoral socialista, pero los números empiezan a ser muy preocupantes para ellos, desalojados del poder en casi toda España excepto en Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra y 10 capitales de provincia, tres de ellas catalanas: Barcelona, Tarragona y Lleida.

El hiperliderazgo de Sánchez impedirá un debate a fondo sobre la debacle electoral socialista en Galicia, pero los números son ya muy preocupantes para el PSOE

Merece una mención importante el trabajo del Bloque Nacionalista Galego (BNG) y su líder Ana Pontón. El partido fundado por Xosé Manuel Beiras en los años ochenta ha tenido múltiples vicisitudes, desencuentros y divisiones. Pero desde aquel 1985 en que Beiras sacó un único escaño en las elecciones gallegas y 52.000 votos a los 25 de este domingo y más del 30% de los sufragios, media un abismo. No ha logrado su propósito, ciertamente, pero se ha asentado como la auténtica alternativa a la derecha y si sigue en la misma dirección manteniendo el rumbo político, tendrá opciones reales de gobernar dentro de cuatro años. El vuelco del electorado gallego hacia una formación nacionalista es un cambio de paradigma importante.

Se hablará poco del egoísmo electoral de Sumar y de Podemos, que si hubieran retirado sus listas en un par de circunscripciones, habrían podido dar la vuelta al resultado final. Los votos que han recibido no han servido para nada que no fuera ayudar al PP. Los momentos en política se han de aprovechar y así fue, por ejemplo, en 2003 en Catalunya en que Pasqual Maragall consiguió que Iniciativa per Catalunya no se presentara en Lleida y Girona, lo que a la postre le daría la victoria electoral y la posibilidad de ser president. No acostumbra a ser normal, pero los errores propios a veces puntúan más que los aciertos ajenos.