Una vez más, y ya he perdido la cuenta, diferentes grupos parlamentarios en el Congreso de los Diputados, liderados por el independentismo catalán, han vuelto a pedir la creación de una comisión de investigación sobre el ex-rey Juan Carlos I con el objetivo de conocer su participación en la venta de armas a los países árabes que sería el origen de su incalculable fortuna. Aunque no hay que ser muy perspicaz para concluir que la iniciativa tendrá un recorrido limitado, es del todo comprensible que el independentismo catalán, vasco y gallego y los grupos de Compromís, Más País y Nueva Canarias sigan insistiendo e insistiendo para poner al descubierto cómo los tentáculos del deep state tienen maniatado al PSOE, que una y otra vez baja la cabeza ante la fuerza del relato en este tema de PP, Vox y Ciudadanos.

Que eso coincida con el cambio de gobierno de Pedro Sánchez y los aires presuntamente regeneracionistas que ha expresado podría ser visto como una oportunidad para actuar de manera diferente a como lo ha hecho el PSOE hasta la fecha. Pero la remodelación de Sánchez para sacarse buena parte del peso muerto que le acompañaba y transmitir una imagen que quiso que fuera de autoridad y ha acabado siendo autoritaria no va de eso. Va de rejuvenecer el Gobierno, como si eso en sí mismo fuera un activo, de ampliar el peso del poder local del partido y de situar a más mujeres en el ejecutivo. Juventud, poder local y feminismo, destacó el presidente español, y no engañó a nadie respecto a que se pudieran generar esperanzas de que iba a poner coto a la corrupción de la monarquía.

Los partidos del régimen del 78 necesitan apuntalar como sea y aun a costa de mirar hacia otro lado la monarquía española. Es mucho lo que hay en juego, entre otras cosas, porque la investigación del emérito llevaría aparejado abrir en canal la Transición y cómo ha habido un enriquecimiento ilícito de una manera estructural durante un montón de años. Y que, para que esto fuera posible, han participado numerosas personas importantes y diferentes gobiernos de uno y otro color han mirado hacia otro lado.

Tendría consecuencias más allá de su persona y afectaría al conjunto de su familia, llegando sus ramificaciones, seguramente, al actual rey. Ni el gobierno actual, ni ningún gobierno posible en España lo va a permitir. Como tampoco van a entrar a fondo ninguna administración del Estado, ni Hacienda, ni el Tribunal Supremo. Podrá haber, como máximo, escarceos, nada más. Y Podemos, que no se ha sumado a la iniciativa parlamentaria, jugará con un pie en cada lado.

Mientras todo esto sucede, se le seguirá dando el mismo relieve, o sea, ninguno, en los diarios de papel tanto de Madrid como en Barcelona. Y es que el sistema se aguanta, en parte, por estas cosas. Complicidades en sacar estas cosas de las portadas creyendo que así la ciudadanía no se entera. Como pensando que el tiempo se detuvo en la rotativa de papel.