Se cumple este lunes un año de la victoria de Imanol Pradales y del PNV en las elecciones más disputadas en el País Vasco. No sin suspense, Pradales se impuso en la última recta al candidato de Bildu, Pello Otxandiano, y así el PNV ganó un tiempo precioso para renovarse a fondo y evitar el abrazo del oso de la formación que lidera Arnaldo Otegi, que ha ido ganando cuotas de poder entre la izquierda, pero también entre el votante nacionalista a medida que se ha ido moderando y ha acabado adoptando grandes dosis de pragmatismo en la política diaria.

Aunque un año es un tiempo aún escaso para sacar grandes conclusiones, ya hay algunas pistas que permiten pensar que el PNV está saliendo de la zona de confort en la que se encontraba Iñigo Urkullu y que a punto estuvo de costarle el cargo a los nacionalistas. Pedrales utiliza un lenguaje mucho menos ambiguo que el de su antecesor, amante de ponerle una vela a Dios y otra al diablo, y que provocó una ruptura importante con el tradicional espacio político que actúa como aliado, Junts per Catalunya, y muy especialmente entre Urkullu y el president Carles Puigdemont.

El tándem Pradales-Esteban tiene un largo camino por delante antes de poder cantar victoria y recuperar el tiempo perdido frente a Bildu

En el Aberri Eguna (el Día de la Patria Vasca) de este año, celebrado en Bilbao, Pradales ha abogado por un nuevo autogobierno vasco que no mantenga a Euskadi subordinada a España y el también nuevo presidente del PNV, Aitor Esteban, sin el corsé de ser el hombre en Madrid, ha reivindicado el orgullo de la identidad vasca ante una época oscura y ha reclamado que los vascos sean dueños de su propia identidad. A poca distancia, Otegi alargaba la mano al PNV a caminar conjuntamente, aparcar diferencias y reivindicaba el derecho a decidir. También más reconocimiento nacional, la defensa del euskera y una sociedad diferente.

Las últimas encuestas conocidas en Euskadi mantienen la mínima ventaja del PNV sobre Bildu, una señal de que Pradales ha retenido la sangría de pérdida de votos, sobre todo entre nuevos votantes, que veían a los jeltzales como una formación política alejada de los problemas del día a día. Una imagen que Urkullu acentuó durante la pandemia y que el lehendakari ha sabido corregir. En el último sociómetro del gobierno vasco, Pradales era el líder político mejor valorado con 5,4, seguido de Pello Otxandiano con 5,2. El resto de líderes vascos, suspendían. El tándem Pradales-Esteban tiene un largo camino por delante antes de poder cantar victoria y recuperar el tiempo perdido frente a Bildu.