Los microchips y semiconductores son, y serán, uno de los motores de la nueva economía mundial gracias a la digitalización, la prueba está en el hecho de que estos pequeños aparatos han llegado a parar por completo varias fábricas en el último año y que ahora mismo Europa, y el mundo entero, vive una crisis de suministro en el sector. Ante este panorama, la Comisión Europea ha presentado este martes la Ley Europea de Chips con la cual aspira a movilizar unos 45.000 millones de euros con el objetivo de cuadruplicar su fabricación hasta 2030 dentro de la Unión Europea, y convertirse en así en la nueva potencia mundial en la materia. De hecho, si se cumple este propósito, al final de la década el 20% de los chips del mundo se producirán a la UE. Hoy día Europa solo tiene una cuota de mercado del 10% de un mercado cuyo valor se duplicará en los próximos ocho años.

Al fin y al cabo tiene un objetivo muy claro, reducir la enorme dependencia de Europa para el suministro de microchips que ya son unos componentes indispensables en cualquier dispositivo digital. Hay que recordar que por culpa de la falta de semiconductores a raíz de la pandemia Europa se ha visto obligada a paralizar líneas de producción en algunas industrias, como la automovilística, y acabó con las reservas de unos ciertos productos en Europa. El ejemplo más próximo son las paradas de varias líneas de producción en la planta de Seat en Martorell. "La Ley Europea de Chips llega en el momento adecuado con dos propósitos principales: a corto plazo aumentar nuestra resiliencia ante futuras crisis, anticipando y evitando problemas en las cadenas de suministro. Y a medio plazo hacer de la UE a un líder industrial en este mercado muy estratégico", ha asegurado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

En conjunto, el paquete nuevo paquete legislativo europeo tendrá tres grandes puntos, la Iniciativa Chips para Europa, que concentrará los recursos de la UE, de los estados miembros y de terceros países asociados en los programas actuales de la Unión, así como del sector privado. Todo será posible gracias a la empresa común de chips reforzada que resulte de la reorientación estratégica de la actual Empresa Común para las Tecnologías Digitales Clave. En este punto se movilizarán hasta 11.000 millones de euros para reforzar la investigación, el desarrollo y la innovación en esta materia. En segundo lugar, se desarrollará un nuevo marco para garantizar la seguridad del suministro incentivando así la atracción de inversiones y a la mejora de la capacidad de producción en Europa. Por último, la Comisión pondrá en marcha un mecanismo de coordinación entre los estados miembros y el mismo ejecutivo comunitario con el fin de vigilar el suministro de semiconductores, estimar la demanda y anticipar las situaciones de escasez. En esta línea, hará seguimiento de la cadena de valor recopilando datos esenciales de las empresas con el fin de cartografiar las principales debilidades y cuellos de botella del mercado. Gracias a eso, apunta a la Comisión, se podrán hacer actuaciones conjuntas rápidas y firmes mediante el uso de los diferentes instrumentos nacionales y de la UE.

¿Dónde irán estos 45.000 millones?

Hemos visto como en los próximos años la comisión destinará 11.000 millones en investigación e investigación, pero la idea es movilizar hasta 45.000 millones. Para llegar a este cifra, 15.000 millones de euros se destinarán a inversiones adicionales públicas y privadas, que se sumarán a 30.000 millones de euros de inversiones públicas ya planeadas del presupuesto comunitario o de los presupuestos de los Estados miembros. La idea es que estos 30.000 millones se destinen a aumentar la capacidad de producción, incluida la construcción de megafábricas por todo el continente. Está dentro de estos millones que entran las inversiones en investigación. Por último, se sumará un fondo para invertir entre 2.000 y 6.000 millones de euros en ayudar a las empresas emergentes a incorporarse al sector, según anunció este lunes el comisario de mercado Interior, Thierry Breton.

En este sentido, Bruselas reconoce que el alto coste de levantar plantas de producción hará necesaria una masiva inversión pública, como se puede ver con estos 45.000 millones en inversiones, si se quiere atraer la privada, por lo cual suavizará sus normas de ayudas de Estado para permitir, por primera vez, subsidiar la construcción de fábricas de "primera generación". Aparte de todo, esta nueva estrategia europea también contempla la creación de alianzas con socios, como los Estados Unidos o Japón, para crear cadenas de suministro fiables y evitar cuellos de botella en este sector.