El primero once de Quique Setién ha sido un punto decepcionante. Aunque muchos culés esperaban la presencia de Riqui Puig en el centro del campo, la realidad es que el nuevo técnico blaugrana ha cedido los interiores de su equipo a Arturo Vidal y Ivan Rakitic. La tripleta atacante ha sido para Leo Messi, Antoine Griezmann y Ansu Fati. Nada que no hubiéramos visto con Ernesto Valverde.

La sorpresa, sin embargo, no eran los nombres, sino su disposición. Aprovechando que el Granada no es un conjunto especialmente peligroso ofensivamente, Setién ha dibujado un inédito 3-3-4 en el cual Sergi Roberto, Gerard Piqué y Samuel Umtiti han sido los defensas y Jordi Alba y Fati los extremos. El objetivo, evidente: abrir el campo con la presencia de dos alas enganchadas a la línea de cal a fin de que los interiores, Leo Messi y Antoine Griezmann dispusieran de espacio para combinar.

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La estrategia de Setién, diametralmente opuesta a la de Valverde, ha funcionado parcialmente. Sus hombres han tocado con dinamismo en la medular, hecho que ha quedado reflejado en el número de pases que el Barça ha realizado en la primera parte, ni más ni menos que 508. El problema, sin embargo, es que el gol no llegaba.

Con Vidal y Rakitic en la sala de máquinas, el equipo de Setién no ha podido dotar de la velocidad necesaria a la pelota, hecho que, sumado a una buena corrección táctica de Diego Martínez -que ha situado a Ramón Azeez sobre Sergio Busquets- se ha traducido en un gran atasco en el terreno de juego andaluz. Con Frenkie de Jong y Arthur seguro que la aportación de los interiores será diferente.

Finalmente, sin embargo, ha entrado en acción Leo Messi, la pieza que altera todos los factores. El argentino, con Riqui Puig en el campo y aprovechando la expulsión del visitante Germán, ha dictado sentencia. Con Valverde o Setién, la eficacia del '10' nunca disminuye.