El Barça tiene un problema que pocos se atreven a señalar. Y se llama Pau Cubarsí. El joven central, una de las grandes revelaciones del pasado curso, atraviesa desde agosto un bache preocupante. No es una cuestión de talento. Es de confianza, de posición y de contexto. Un problema que ha terminado afectando al rendimiento defensivo del equipo.
Todo comenzó con la salida de Íñigo Martínez al fútbol árabe. Su marcha rompió una sociedad que funcionaba a la perfección. Cubarsí se sentía seguro junto al vasco. Tenía al lado un jugador con experiencia, capaz de corregirle y cubrirle las espaldas. Aquella complicidad fue clave para su explosión. Pero cuando Íñigo se fue, también desapareció parte del equilibrio del sistema defensivo.

Cubarsí, daño colateral de la salida de Íñigo Martínez
Desde entonces, Hansi Flick tomó una decisión que lo cambió todo: mover a Cubarsí al perfil izquierdo. Un ajuste táctico que parecía menor, pero que se ha convertido en el origen del problema. El central es diestro natural y, aunque tiene técnica para salir jugando, no se siente cómodo a pie cambiado. Los rivales lo saben. Y lo castigan.
Presionan su lado débil, le obligan a girar el cuerpo y a tomar decisiones con el pie menos hábil. Los errores se acumulan, la fluidez desaparece y el Barça sufre cada vez que inicia desde atrás. Flick confiaba en su capacidad para construir juego, pero el movimiento ha tenido un efecto contrario. El equipo ha perdido seguridad, y el jugador, confianza.
Sus números hablan. De 13 partidos oficiales, ha sido titular en diez. Y su rendimiento no ha sido el mismo de temporadas anteriores. No domina los duelos, no anticipa igual, y su salida de balón, una de sus grandes virtudes, se ha vuelto imprecisa. Lo que antes era natural, ahora parece forzado.
Cubarsí no es el mismo desde la baja de Íñigo Martínez
Su compañero más habitual ha sido Ronald Araújo, un muro atrás, pero menos dotado para sacar el balón. Para protegerlo, Flick lo mantuvo en el perfil derecho, dejando a Cubarsí en la izquierda. El resultado ha sido un desajuste continuo: Araújo no podía corregir tanto, y Pau no encontraba su sitio.

En la selección española, Luis de la Fuente insisten el mismo error. Lo alineó en el perfil izquierdo ante Georgia, y el jugador repitió las mismas dudas. El mensaje que recibe es contradictorio: todos confían en él, pero todos lo colocan donde peor rinde.
En el Clásico, Pau volvió a la banda derecha. Pero se volvió a notar la ausencia de Íñigo a su lado. Eric García no tiene la misma agresividad y disciplina sobre el terreno de juego. Y no controla la línea de fuera de juego como hacía el vasco. Así, se vio superado una y otra vez por Kylian Mbappé.
En los entrenamientos, el catalán sigue siendo disciplinado y trabajador, pero sus gestos lo delatan. No sonríe. No transmite la misma serenidad. El vestuario lo nota. Los técnicos también. Saben que el problema no es físico, sino mental y posicional. Y lo peor: no tiene una solución inmediata.
El club lo sabe. Por eso, han prometido fichar un central zurdo que devuelva a Cubarsí a su posición natural de forma definitiva y pueda tener al lado un aliado de garantías. Pero nadie asegura que llegue en enero. La situación económica no ayuda. Y mientras tanto, el Barça sigue pagando un precio alto por un simple cambio de perfil.